HAPPY BDAY TITA!!!

2/4/13

Muy felices días!!!
Hoy me gustaría hacer algo diferente. En vez de reseñar algún libro, me gustaría, desde aquí, desde mi riconcito particular, felicitar una vez más por su cumpleaños a una persona muy especial.

La cumpleañera no es otra que Tita, administradora del blog TMIspanishnews, persona a la que conocí a través de internet gracias a la saga de Cazadores de Sombras y que se convirtió en una amiga prácticamente desde el principio. 
Quiero destacar que Tita es una persona generosa donde las haya, divertida, simpática, algo alocada -cómo no- y alucinante. Empezamos hablando de la saga, de lo que nos gustaba, y ella me animó a hacer muchas cosas que, de otra manera, jamás habría hecho, como abrir este blog, o compartir algunos de mis "garabatos". Es una persona luchadora, fuerte y, como dije, muy generosa, tanto en actos como en palabras. De verdad, existen pocas personas así en el mundo y ella es simplemente maravillosa.

Hoy, simplemente quiero recordar que tenemos entre nosotros a la mejor representante del movimiento fan de Cazadores de Sombras, nefilim, amiga y persona maravillosa. Y por ello, por ser como es, por todo lo que hace, quiero enviarle una vez más mis más sinceras FELICITACIONES.
El año pasado te regalé un dibujo y un relato por el cumpleaños del blog. Hoy, te dedico una vez más otro micro-relato por tu cumpleaños, espero que te guste. Es un insignificante regalo, pero te lo doy con todo mi cariño.




Tita, espero que tengas un maravilloso día y te deseo lo mejor.

Gracias por ser así y por todo.

Aquí te dejo el relato:

<< Ajustándose bien las muñequeras de cuero, repasó su imagen en el reflejo del espejo de cuerpo entero que tenía en su pequeña habitación. Los leggins de cuero  negro eran flexibles y se amoldaban perfectamente a su cuerpo, dejándola libre para realizar cualquier movimiento. Las botas, de cuero también y hasta las rodillas, estaban anudadas por sendos cordones negros, hechos de un material que era mortal para cualquier demonio. Asimismo, éstas estaban cubiertas por runas protectoras. Una patada directa era casi tan mortífera como cualquiera de los cuchillos serafines que ya colgaban de su cinturón y que también llevaba escondidos en las botas y en los interiores de las muñecas. El corpiño negro abrazaba su torso y sólo una chaqueta torera de cuero negra cubría sus brazos. Las negras runas brillaban incandescentes, con la iridiscencia del azabache, sobre su blanca piel, latiendo como si tuvieran vida propia. La quemazón producida al tatuárselas ya casi estaba desapareciendo, y en su lugar, apareció esa sensación de fuerza y poder que era casi adictiva. Se ajustó la coleta, peinó una vez más su flequillo, y sonrió a su imagen. La sonrisa roja era dulce, pero a la vez aterradora, la clase de sonrisa que dirigía a los demonios a los que sentenciaba noche tras noche.
- Bien, perfecta - murmuró para sí misma - Feliz cumpleaños, Tita.
Acarició una vez más el collar plateado que le daba varias vueltas alrededor del cuello y caía con gracia por su escote. El último regalo de un ser querido perdido hacía mucho tiempo.
Dirigiendo una última mirada a su imagen, miró alrededor, a la habitación cuidadosamente ordenada, a las estanterías llenas de libros y, tomando el pomo de la puerta con una de sus manos, abrió la puerta y salió con paso decidido a la oscuridad del pasillo tenuemente iluminado del Instituto de Mallorca.
Recorrió sus antiguos y frescos pasillos de piedra, dejando atrás cientos de puertas que llevaban a lugares asombrosos: salas de entrenamiento, salas llenas de armas, salas donde realizaban experimentos y estudios, varias bibliotecas, observatorios, habitaciones. Las luces mágicas parecían flotar desde sus soportes a varios metros las unas de las otras, dotando de una luz pálida y azul a los enormes pasillos. Tita no tenía miedo, ¿cómo iba a tenerlo? Era una nefilim, una cazadora de sombras, y aquél era su hogar. El ancestral Instituto seguía en pie, tras numerosos siglos y batallas memorables entre los nefilims y demonios y subterráneos. Para los mundanos, no era más que una iglesia vieja, prácticamente derruida en medio de un pequeño pueblecito al norte de la isla, pero, para los nefilims, era uno más de sus muchos hogares. Un lugar de recogimiento, de descanso, de estudio y preparación.
Salió por la descomunal puerta, adentrándose en la oscuridad de una fresca noche de Abril. El aire recorría el lugar, susurrando entre las hojas de los árboles, moviendo la hierba a sus pies. Pero había algo más, la presencia de los que ya no viven en este mundo. Tita podía sentir a las almas que aún vagaban por la tierra y, de cuando en cuando, los veía también. Pero suyo no era el trabajo de ayudarlos a pasar al mas allá, por mucho que a veces sentía la necesidad de hacerlo. El sufrimiento ajeno era algo que no podía soportar.
Salió de los límites del Instituto, dejando atrás sus portentosas puertas de hierro forjado, y caminó un poco, hasta llegar al lugar donde tenía aparcada su Honda CBR negra, brillante y magistral. Se montó sobre ella, se puso el casco, y la arrancó. El silencio de la noche se vio roto por el rugido poderoso y grave de la moto al arrancar y, con movimientos expertos, Tita salió despedida por la carretera, adentrándose aún más en la noche.
Llevando a la moto a velocidades extremas, recorrió las carreteras, fundiéndose con la noche, y llegando a la capital en apenas media hora. Aparcó en el puerto, se quitó el casco, y echó a andar.
Habían llegado noticias preocupantes al Instituto. Una horda de demonios estaba entrando por un portal, cerca de la Catedral, y estaban raptando y asesinando humanos por doquier. 
Caminó, sin hacer ruido, por las silenciosas y fantasmales calles, y llegó a una de las entradas de la Catedral, parándose justamente delante de los cañones que había fuera, y mirando hacia arriba, al enorme rosetón que reinaba desde las alturas en la fachada del edificio.
Con sus sentidos amplificados por las runas, escuchó, no muy lejos, el jadeo sorprendido de una muchacha antes de que pudiera convertirse en un grito de socorro. También escuchó el arrastrar de un cuerpo y los sonidos de succión y siseos emitidos por seres que no eran de esta realidad. Con una determinación feroz, se dejó llevar por sus instintos y, recorriendo velozmente callejones oscuros y fríos, llegó al portal de una vieja casa. La puerta estaba entreabierta, pero desde dentro llegaban los mismos sonidos que había escuchado antes. Ahora, además, podía escuchar a la muchacha gemir y rogar por su vida. Abrió la puerta con cuidado, y caminó por un estrecho pasillo. Llegó a otra puerta, y escuchó. Desde el interior la chica seguía gimiendo y llorando, y los siseos se volvieron más fuertes y numerosos.
Sin pensárselo dos veces, entró como un vendaval en la estancia, sorprendiendo a los demonios. La muchacha, una chica de más o menos su misma edad, con el cabello rubio ceniza cayendo en desordenadas ondas sobre sus hombros y vestida con un ligero vestido azul y una chaqueta de punto, la observaba sorprendida, desde la mesa sobre la que la tenían atada de pies y manos. Los demonios se estaban preparando para algún tipo de ritual, eso estaba claro. El hedor agrio de la magia negra subía en volutas de humo desde las runas demoníacas talladas y pintadas en el suelo y en la mesa sobre la que tenían atrapada a la chica.
- Por favor - rogó la muchacha con voz rota y temblorosa - a...ayúdame.
En menos de un latir de corazón, Tita ya tenía a los demonios encima. Si hubieran sido tres o cuatro a la vez, no hubiera tenido dificultades. Pero se enfrentaba a más de una docena ella sola. Todos sus compañeros del Instituto estaban ausentes, y Tita había decidido, en contra de todas las órdenes, salir a cazar ella sola aquella noche. Si se hubiera imaginado que se iba a encontrar con algo así, se lo habría pensado dos veces. O tal vez no.
Las criaturas a las que se enfrentaban eran dos veces más altas que ella y tenían varios brazos y piernas, por llamarlos de alguna manera, pues eran más bien tentáculos que se dividían a su vez en más y pequeños tentáculos. Además, en lo que debía ser su cabeza, había una ristra de ojos rojos y sin párpados, que la contemplaban ávidos y hambrientos, y una boca que era como un enorme tajo en la carne lleno de varias filas de puntiagudos y afilados dientes.
Susurró los nombres de dos de sus cuchillos serafines que ya tenía preparados en sus manos y éstos brillaron con su angelical luz azul en sus manos, cegando brevemente a sus adversarios. Aprovechó la oportunidad para saltar y esquivar a los que tenía más cerca, girando en el aire a la vez que bajaba los cuchillos y los clavaba en sus cuerpos pútridos. Se disolvieron en el aire, dejando a su paso el hedor de la muerte. 
Bien. Ya solo quedaban catorce más. 
Sin apenas respirar, se giró, y subiendo con velocidad unos escalones, volvió a saltar, y se encaramó  a una lámpara, desde la cual se impulsó y cayó sobre otros dos demonios que estaban preparándose para atacarla. Los acuchilló en apenas un segundo. Pero el ataque la había dejado en el centro mismo de la habitación, justo al lado de la mesa donde estaba la chica rubia, y pronto se vio rodeada por los demonios.
La pelea fue encarnizada y Tita recibió varios latigazos de los tentáculos de aquellas criaturas que dejaron cortes rojos y profundos sobre la parte superior de sus brazos y en su espalda. Jadeando, se dio la vuelta una vez más para enfrentarse a cuatro de aquellos seres, los últimos que quedaban. Pero sus fuerzas empezaban a flaquear, y había perdido casi todas sus armas. Fintando, se lanzó hacia el que tenía a su izquierda, pero antes de asestarle la puñalada mortal, un tentáculo la agarró del tobillo y cayó al suelo de madera, quedándose momentáneamente sin respiración.
El ser la atrajo hacia él y se abalanzó sobre su cuerpo, rodeándola e inmovilizándola con sus numerosos tentáculos. Casi podía escuchar su siniestra risa, si es que el siseo que emitía, constante y cortante, podía considerarse una risa. Así se lo parecía a ella. 
Intentó desasirse de su amarre, pero era inútil. La criatura estaba furiosa y tenía mucha fuerza, mucha más de la que ella tenía en aquellos momentos.
Estaba empezando a despedirse de este mundo, cuando un siseo diferente cruzó el aire. Y otro más, y otro. Y tres de los cuatro demonios desaparecieron, dejando tras de sí su hedor y abandonando esta dimensión. 
El demonio que la tenía atrapada siseó con fuerza, furioso y miró hacia la fuente de la muerte de sus compañeros. En el umbral de la puerta, una silueta se recortaba contra la débil luz de la entrada. Era alta, esbelta, y llevaba una ballesta en la mano derecha con flechas iridiscentes, como el cuchillo serafín que tenía en su mano izquierda. En su rostro medio oculto por las sombras apareció una sonrisa siniestra y, antes de que el demonio pudiera reaccionar, saltó sobre su espalda y le asestó una puñalada con su cuchillo serafín.
- Asquerosas criaturas - dijo la cazadora con voz suave -
- ¿Bella Carstairs? - jadeó Tita, sorprendida - ¿Eres tú? 
- ¿Quién sino? - 
Una mano enguantada se cerró entorno a la muñeca de Tita y la ayudó a levantarse. En la oscura sala, acompañadas solamente por los suaves gemidos de la mundana y el aroma pútrido de los demonios, las dos nefilims se miraron. Tita observó a la nefilim, con el cabello oscuro atado en una coleta larga que caía desde su coronilla y vestida de manera similar a ella. Pantalones ajustados negros, botas militares negras, una camiseta de tirantes y una chaqueta de cuero. Alrededor de su pecho varias cintas de cuero se atravesaban, un carcaj colgaba de su espalda y en sus caderas llevaba un cinturón ancho lleno de cuchillos serafines y otras armas. Tras un breve instante de reconocimiento y contemplación, se abrazaron con fuerza.
- Por el Ángel, Tita, ¿En qué narices estabas pensando? - La reprendió Bella - Te iban a hacer picadillo ¿Cuántos eran?
- Creo que dieciséis. Iba muy bien hasta que aquél cabrón me agarró del tobillo.
- Joder, Tita ¿Tú sola? Siempre has sido algo inconsciente, pero esto...
- Ya, bueno...No podía quedarme encerrada sola en el Instituto esperando a que llegaran los demás de Idris. Me dejaron al cargo y tenía que hacer algo.
- Ya. Pero, ¿tú sola? ¿Estás loca? - Bella sacudió la cabeza - Si no llego a aparecer...
- Sí. Te debo una. A todo esto, ¿Qué haces tú por aquí? Madrid está lejos.
- Necesitaba veros. Hay algunas noticias preocupantes que debía transmitiros.
- Podías haber mandado un mensaje ¿Por qué venir en persona? - preguntó Tita.
- Ya sabes lo que me gusta viajar. Además, me encanta este sitio. Y, por otro lado...mis noticias, bueno, son...de la clase que no se deben grabar en un mensaje. No me fío.
- Tú siempre tan desconfiada. 
- Sí. Ya. Pues mi desconfianza me ha salvado el cuello más de una vez, así que prefiero seguir así.
- Me parece bien. Bueno, ¿nos vamos? -
- ¿Qué pasa con la mundana? - señaló Bella con la cabeza hacia la chica que aún permanecía tumbada en la mesa.
- Ah, sí. Creo que necesitaremos la ayuda de un mago para que olvide todo esto.
- Ya te encargarás de eso después. De todas formas, se ha quedado inconsciente - miró a la débil mundana, que permanecía inmóvil y respiraba suavemente - De momento, será mejor que os lleve a ambas al Instituto.
- ¿Cómo? Yo he venido en moto y...
- Tengo mi Jeep aparcado cerca. Ya volveremos mañana a por tu moto cuando traigamos a la chica de vuelta.
- De acuerdo - asintió Tita.
Desataron a la inconsciente mundana, y la cargaron entre las dos. Se metieron en el negro Jeep y Bella las condujo a todas hacia el Instituto.
Llevaron a la chica a una de las innumerables habitaciones y la metieron en la cama. Tita garabateó un mensaje y lo lanzó al fuego, esperando que la respuesta llegase pronto.
Bella observó todo el proceso en silencio, sentada en uno de los enormes sillones orejeros que había en la biblioteca. Tita, aún sangrando por sus enormes cortes, se dio la vuelta, y contempló a su amiga. El tiempo las había cambiado a ambas, y Bella parecía haber crecido demasiado en los últimos años. Se la veía más madura, y en su rostro empezaban a marcarse algunas arrugas de preocupación que su joven rostro no debería tener a su edad. 
- No te lo he agradecido lo suficiente, Bella. Te debo la vida -
- Bueno, espero no tener que pedirte que me devuelvas el favor nunca. Pero, de cualquier forma, de nada. Creo que es tu cumpleaños, ¿me equivoco?-
- ¿Cómo lo sabes? 
- No olvido nada. ¿No lo recuerdas? - se dio un par de golpecitos en la sien con uno de sus dedos enfundados aún en los guantes de cuero -
- Es verdad. No creo haber conocido a nadie con tu memoria.
Bella sonrió con arrogancia y la miró con intensidad. Ahí estaba Tita, su amiga, una de las pocas personas en las que confiaba. A ella podría contárselo. Sabía que ella la ayudaría.
- Felicidades, Tita. Que el Ángel siga protegiéndote. Espero que cumplas muchos más y que podamos vivirlos juntas.
- Gracias. Yo también lo espero.
Sonriéndose con complicidad, las dos se quedaron en silencio, mirando las llamas de la hoguera que prendía, con llamas rojas y naranjas, en el hogar. Tita sabía que su amiga quería decirle algo más, pero no la presionó. Sabía que cuando lo necesitara, ella iría en su busca.
El silencio volvió a reinar en la estancia, sólo el chasqueo de las llamas hablaba en la biblioteca. Las luces mágicas arrancaban sombras y destellos a los millares de libros que dormitaban en las polvorientas estanterías.>>



Espero que te haya gustado, Tita. Y a todos los demás, también.

Con todo mi cariño.

Isabella.

PD:Perdonadme que me haya incluído en el relato. jejejejeje. Una vez más, los personajes y la historia son fanfics, y están basados en la saga Cazadores de Sombras de Cassandra Clare.



No hay comentarios :

Publicar un comentario