Escapando de la Oscuridad. Capítulo 4

2/4/12

Feliz Semana Santa a todos!!!!Espero que la disfrutéis al máximo!!!! Yo me quedo en casita, pero la verdad es que estoy muy bien, así que ya que estoy y tengo tiempo, voy a intentar postear más cosillas...como otras novelas que tengo en curso y tal vez algún fanArt...
Hoy, de momento, os dejo este nuevo capítulo de "Escapando de la Oscuridad" La relación entre Alex y Laura está nada más empezando pero ya es muy intensa...

Os dejo ya con su lectura:


Alex andaba distraído por el parque, sumido en sus pensamientos, recreando la imagen y la voz de Laura. No se quería alejar mucho de allí para poderla tener cerca y cuidar de ella, por lo que se limitó a dar vueltas al parque y a los alrededores.
Un sonido le sacó de su ensoñación. Las voces de unos chavales borrachos. Pero eso no fue lo que le despertó. Una voz ya muy conocida se abrió paso a través del resto de las voces y su cerebro y su cuerpo se pusieron en tensión. Desde allí no conseguía escuchar bien lo que estaban diciendo. Pero aunque la voz hubiera salido del mismísimo centro de la tierra, la habría reconocido: Laura.
Ese sonido consiguió ponerle en marcha. Desplegó todos sus sentidos y se dirigió hacia el lugar del que provenían las voces. Estaban muy cerca del árbol donde se habían encontrado Laura y él.
Por fin, los vislumbró. La habían rodeado y no la dejaban escapar. Se reían de ella y en sus mentes vio lo que pretendían hacer con ella: iban a divertirse lo de lo lindo con ella. Querían verla llorar y suplicar. Utilizarla como una marioneta hasta que se aburrieran. Eso le enfureció y dobló el ritmo de su carrera. Se encargaría de que fueran ellos quienes suplicaran.
Pero si creía que lo que había sentido hasta ese momento era furia, estaba totalmente equivocado. La ira surgió dentro de él como una potente llama incandescente y se adueñó de todo su ser cuando vio cómo la tiraban al suelo e impedían que se levantase. Uno de los chicos se había agachado y se estaba inclinando hacia ella…
Un destello rojo, un fuego abrasador y se lanzó como un huracán contra el chico. Le agarró por detrás y lo lanzó varios metros dejándolo tirado de espaldas como una marioneta. Los otros chicos se miraron momentáneamente confundidos.

De repente, ya no estaba allí. Una leve brisa se levantó. Un grito ahogado de asombro y el muchacho yacía tumbado de espaldas a unos metros de donde estaba ella. Los demás amigos se miraban los unos a los otros, asombrados, no comprendían qué había pasado y cómo había llegado su colega hasta allí.
Uno de los chicos fue más rápido y se quedó contemplando al causante.
-- ¡Eh tú! ¿Quién coño te crees que eres? Te voy a dar la paliza de tu vida, pedazo de cabrón.
Laura dirigió la mirada hacia donde el chico estaba mirando, y la esperanza se abrió paso a través de todo su miedo y terror. Pero duró poco tiempo. Eran 6 o 7 chicos contra uno. El chico de sus sueños no podría con tantos a la vez. El desasosiego reemplazó a la esperanza.
-- Apartaos de ella… ¡YA! – rugió Alex.
El sonido de su voz fue tan terrorífico, que la mayoría dio un paso atrás sorprendidos. Se miraron sin saber qué hacer. El chico que había hablado antes, se adelantó y se puso a la altura de Alex.
Éste sonrió y esperó. De repente, el chico levantó el puño y con toda la fuerza de su brazo, lanzó un directo derecho hacia la cara de Alex. Lo paró antes de que le rozara siquiera la nariz e infringiendo la mínima cantidad de fuerza, echó el brazo del muchacho hacia atrás y se lo dobló bruscamente. Realizando una rápida llave, puso el brazo del chico tras su espalda, inmovilizándolo, y con otro movimiento, lo lanzó hacia delante. Con la fuerza del empujón, éste cayó de cara al suelo, y se quedó espatarrado allí.
Laura no podía salir de su asombro y el resto de los chicos tampoco. Estaban demasiado borrachos y confundidos y no se atrevían a adelantarse y convertirse en la siguiente marioneta.
Se quedó allí, en el suelo, paralizada, maravillada, contemplando al que se había convertido en su ángel salvador. De repente, captó movimiento detrás de él. El cabecilla se había conseguido levantar, y sigilosamente se dirigía para atraparle desprevenido.
Intentó captar su atención y decirle con la mirada lo que estaba pasando detrás. Durante un fugaz momento sus miradas se encontraron y una sonrisa se dibujó en el rostro de su salvador. Juraría que le había dedicado un leve asentimiento y le había guiñado un ojo, de manera cómplice.
El chico se seguía acercando sigilosamente. Justo en el momento en que estaba a punto de agarrarle por la espalda, Alex efectuó un rápido giro y agarrando al chico por los hombros, lo levantó en el aire y con un veloz movimiento, lo tumbó de nuevo en el suelo.
El silencio se hizo entre los amigos del chico, y dieron varios pasos hacia atrás alejándose.
Alex se agachó, acercándose al cabecilla del grupo y dijo:
-- Ni se os ocurra volver a tocarla, de lo contrario, desearéis no haberme conocido – La voz volvía a ser aterradora. Un miedo desconocido se apoderó del chico. Un rictus de terror apareció en su cara. Alex le sonrió como si fueran amigos y se incorporó.
Lentamente, con suavidad, se acercó a donde estaba tirada Laura. Se agachó y le ofreció la mano para ayudarla a incorporarse. Laura aceptó, hipnotizada y agradecida.
Estaba anonadada, sorprendida. No podía efectuar ningún movimiento ni decir una sola palabra. Se limitó a mirarle conmocionada y se dejó llevar por la fuerza de su ángel salvador y de la maravillosa sensación del roce de su mano, de su suave tacto. Se recreó en la fuerza titánica que recorría sus perfectos músculos y sólo dirigió sus ojos a su cara cuando éste le habló.
-- ¿Estás bien? – Le preguntó Alex. Intentó controlar su ira, y la voz le salió en un suave susurro, pero sabía que ella le había oído. Su rostro se dulcificó y la ira fue dando paso a la tranquilidad. Ignoró a los chicos que les rodeaban y tirando suavemente de la mano de Laura, la acercó a su cuerpo y la rodeó con un brazo. La apretó suavemente contra sí.
No tuvo que decir ni una sola palabra más. Los muchachos se alejaron de ellos, contemplándolos asombrados. En el suelo todavía permanecían los dos valientes a los que había tumbado.
-- Sssí – dijo Laura, temblando levemente debido a la conmoción. No fue capaz de decir nada más, a pesar de que ansiaba poder agradecerle lo que había hecho por ella. Pero no existían palabras para expresarlo.
Una parte de la mente de Laura le decía que andaba con un extraño y que éste la llevaba sujeta a su lado. Algo le aconsejaba que se alejara. Pero renegó de esos pensamientos rápidamente. Jamás se había sentido tan segura con nadie que conociese. No podía ser malo. Y estaba decidida a conocerlo. La electricidad que los unía era algo…vivificante. Mil estremecimientos de placer la recorrían constantemente, de arriba abajo y parecía que él debía de sentir algo parecido, pues a Laura le pareció que temblaba levemente. Las zonas en donde sus cuerpos mantenían el contacto estaban ardientes, como al rojo vivo y empezó a agitarse, nerviosa. Sin previo aviso, padeció un escalofrío demasiado fuerte como para que Alex no se percatase de ello. Bajó sus ojos oscuros hacia ella y la contempló, evaluándola.
-- ¿Tienes frío? – preguntó Alex levemente confundido. La temperatura era cálida. Aunque creía saber el motivo de los estremecimientos de la muchacha, dado que él también los estaba sufriendo, no quiso hacer más conjeturas.
-- No, es sólo la impresión. Se me pasará – Contestó Laura. Estaba realmente preocupado por ella, se dio cuenta. Le extrañó que alguien desconocido se preocupase tanto por ella, pero se sintió halagada y feliz. Jamás se había sentido así con un chico, bueno, con ninguna persona en realidad.
Alex se relajó al escuchar las palabras de Laura, comprendiendo su significado. La pobre se había llevado un buen susto. Y la preocupación desapareció dando paso a otras sensaciones. La tenía entre sus brazos, podía sentir su calor, notar el pulso acelerado de la muchacha, embriagarse con el aroma de su piel. Y ella no le rehuía. Por alguna extraña razón se encontraba tranquila --  si dejamos a un lado el acelerado ritmo de su corazón – y a gusto a su lado. Jamás se habría imaginado algo así. Las circunstancias habían jugado su partida y le habían ganado. Pero a pesar del miedo que sentía de poder herirla, se sintió seguro y en paz consigo mismo. Una extraña calma surgió en su pecho, calmando la agitación de su interior, domando a la fiera que rugía dentro de él.
Siguieron caminando así, abrazados. Laura no se molestó en apartarse, estaba muy a gusto así, muy tranquila. Alex, por su parte, estaba disfrutando de su sueño hecho realidad.
-- ¿Cómo me encontraste? – preguntó tímidamente Laura.
Alex se quedó rígido. Si le hacía muchas preguntas, tendría que inventar muchas mentiras y eso no le gustaba. Las mentiras se acaban destapando por sí solas, sin necesidad de ayuda.
-- Estaba dando vueltas por aquí, ya sabes, disfrutando de la agradable noche – Dijo Alex. Esto era en su mayoría verdad, lo cual le hizo sentirse mejor. Haciendo un ademán con la mano señaló los alrededores y habló con soltura, despreocupadamente. – Escuché unas voces y entonces…sentí el impulso de venir hacia aquí – Sí, sintió el impulso, <<El impulso de cargarse a quien te estaba haciendo daño>> -- Y luego, te vi.
-- Pero…no tenías por qué hacer nada. N-no…no nos conocemos – tartamudeó Laura. La sensación de que le conocía de algo persistía y cada vez era más fuerte. No era capaz de quitarse ese pensamiento y de sacudirse esa sensación de familiaridad de su cuerpo. La forma en el que éste respondía a cada gesto y cada movimiento que él hacía era…inquietante.
-- Estabas en un aprieto… – replicó confundido Alex. <<¿Qué querías que hubiera hecho? … ¿preferirías que te hubiera dejado a su merced?>> -- Y no soporto a los payasos que se creen que pueden hacer lo que les dé la gana, y menos aún ver cómo se aprovechan y maltratan a una chica.
-- Hummmmmmmmm…de acuerdo – Laura no sabía qué pensar de aquello – Eres mi salvador. Muchas gracias – Le dijo con fervor. Notó cómo se tensaba levemente y cuando se atrevió a echar una ojeada, vio cómo la comisura de sus labios se elevaba formando una media sonrisa traviesa.
Alex se sintió…No era capaz de expresarlo. Le había llamado <<su salvador>>. Si ella supiera que la vigilaba constantemente, probablemente no pensaría así. Si supiera que la espiaba, que la conocía de una manera profunda, oscura, que conocía cada uno de sus más pequeños e insignificantes hábitos, seguramente huiría de él y le denunciaría a la policía o algo por el estilo.
Siguieron caminando, lentamente, sin prisas. Él todavía agarrándola con un brazo y estrechándola suavemente pero con firmeza a su costado. Le daba miedo que la muchacha fuera a desmayarse o algo por el estilo debido a la conmoción.  Además, disfrutaba del poder que tenía y de poder aprovecharlo y utilizarlo con Laura. Sentirla tan cerca de sí…era algo totalmente hermoso y perturbador. Mil imágenes se formaron en su mente, placenteras y perturbadoras a la vez, formando y eliminando sendas sonrisas a medida que se sucedían una tras otra, dejándole confundido, desvalido.
-- Esto…bueno… -- comenzó a decir Laura. No sabía cómo preguntárselo y si él se lo tomaría bien.
-- ¿SÍ? – dijo Alex. Bajó la mirada, y sus ojos atraparon de nuevo los de la muchacha, y percibió el cambio en su expresión. Casi instantáneamente se produjo un cambio en su ritmo cardíaco, acelerándose un poco más, y el rubor inundó sus mejillas. Se sintió…complacido.
-- Me preguntaba… -- Laura se encontraba perdida en la inmensidad de aquellos ojos y en la suavidad de su dulce voz. <<¿Cómo se lo pregunto?...>>  y una voz en su cabeza le decía << Es un total desconocido, podría ser peor que esos chicos de antes>>, pero otra voz más potente acalló a la otra diciendo << Te ha salvado de esos idiotas…>> Ese pensamiento se vio respaldado por la sensación de seguridad que sentía al tenerlo a su lado. Bajó la mirada, avergonzada, << probablemente él no quiere nada contigo, boba, y sólo está siendo amable>>
-- ¿Sí? – repitió Alex. Le preocupó la forma en que vaciló Laura. Sin ser capaz de resistirse, con la otra mano, tomó a Laura del mentón y lo elevó para poder contemplar sus ojos, esos ojos oscuros, profundos, tan grandes y brillantes…
Laura perdió el hilo de sus pensamientos en cuanto él la tocó de esa manera y la obligó a mirarle a los ojos.
Dándose cuenta de que no podría obtener una respuesta coherente, Alex apartó rápidamente la mano de la barbilla de Laura y esperó a que esta retomara el control de sí misma. Con gran esfuerzo, Laura consiguió preguntar:
-- ¿Cómo…cómo te llamas? – soltó precipitadamente. <<Ya está, ya se lo he dicho>> -- ¿Vives por aquí? -- <<Vale, ya te estás pasando, Laura>>
Laura notó que Alex había contenido la respiración.
Alex se encontraba ante un dilema que le producía dolor y tristeza. <<¿Qué hacer? ¿Le digo mi nombre? Eso sería intimar demasiado. Debería dejarla en su casa y alejarme, no dejar que me vuelva a ver…>> Mientras pensaba eso, vio cómo Laura se tocaba distraídamente las sienes. Sus ojos se vieron velados por aquellos párpados aterciopelados y él se sintió frustrado. Le gustaban mucho los ojos de aquella chica, al mirarlos directamente era como si pudiera ver directamente el alma de la muchacha, cálida, brillante, llena de vida.
A Laura le entró un dolor repentino en las sienes, sabía a qué se debía, alguien está sufriendo, y cuando giró la cabeza para buscar la fuente, abrió los ojos y vio el rostro desencajado del chico que la sostenía a su lado. Algo le estaba perturbando. Vio un gesto de tristeza y dolor, y su instinto la empujó esta vez. No podía soportar el sufrimiento de la gente y menos de él.
-- ¿Te encuentras bien? – Le preguntó.
Alex estaba totalmente confundido <<¿Ella estaba preocupada por él? ¿Por alguien como él? ¿Después de lo que le acababa de suceder, sólo se preocupaba de que él estuviera bien?>> Al mirarla, vio la preocupación, la comprensión y el deseo sincero de ayudar en sus angelicales rasgos y finalmente respondió:
-- Alex – Ante la confusión de Laura repitió – Me llamo Alex – Eludió la última pregunta de Laura, pues hubiera sido complicado y muy largo explicarle el motivo de su desasosiego, del dolor que sentía en el pecho al saber que no podía estar con ella, al saber que no debería estar con ella. Y ahora fue él quien desvió la mirada de aquellos ojos de un perturbador color marrón oscuro.
Sin entender muy bien por qué, Alex se sintió repentinamente mejor, la tristeza y el dolor punzante del pecho aletargados. Laura notó que Alex se relajaba e inmediatamente su dolor de cabeza empezó a remitir, hasta quedarse como un eco lejano del profundo aguijonazo que le había taladrado las sienes segundos antes. El dolor había desaparecido tan rápido como había hecho su aparición.
<<Alex…me encanta>> No pudo contener un suave suspiro, ni tampoco el rubor que se produjo en sus mejillas momentos después al darse cuenta de que él había escuchado su suspiro. No se atrevió a mirarle. Él tampoco la miraba directamente, pero ambos se vigilaban por el rabillo del ojo. Sentía la tensión en su cuerpo y en el de él y, siguiendo un impulso, se acercó un poco más a él, lo cual le provocó un pequeño sobresalto. Una diminuta sonrisa traviesa elevó una de las comisuras de sus labios y, girando un poco la cabeza, la escondió para que él no pudiera verla.
Alex se percató de lo tarde que era y apresuró algo el paso. << Debo llevarla pronto a casa. Si sigue haciéndome preguntas, no sé qué voy a responder>> Con cuidado, de una manera natural e inconsciente, fue dirigiendo los pasos de ambos hacia la casa de Laura.
Laura no era consciente de hacia dónde iban. Estaba demasiado ensimismada en sus pensamientos como para darse cuenta de ello. Entusiasmada, feliz, estaba disfrutando de cada emoción sentida junto a Alex aquella noche de manera intensa. Cuando se dio cuenta de que iban sin remedio hacia su casa, quiso cambiar el rumbo, pero él la tenía firmemente sujeta con su brazo. Un pensamiento repentino le vino a la cabeza << ¿Sabe dónde vivo?>> y casi instantáneamente otro hizo su aparición <<No, es sólo una coincidencia. Eso o yo misma me he estado dirigiendo hacia aquí inconscientemente>> Si era así, estaba muy enfadada con su inconsciente por hacerle semejante jugarreta.
Doblaron la esquina y entraron en la calle principal, donde vivía Laura. Al llegar allí, Alex soltó despacio a Laura, todavía no demasiado seguro de que no se fuera a desvanecer. Su corazón emitió un fuerte latido en protesta por el alejamiento de la muchacha. Su alma negra se quejó al perder la poca luz que había visto en siglos. Alargó las manos de su alma, luchando por mantenerla cerca de él, pero su parte más responsable ganó la batalla y se vio a sí mismo separándose de ella, dando unos cortos pasos hacia atrás que le costaron casi toda la fuerza de voluntad que tenía.
Laura se quedó cerca de él, pensando en qué podría decirle para alargar el momento. Se miraron el uno al otro durante unos instantes. El sentimiento de vacío que la atravesó al separarse de él fue sobrecogedor. Fue como si le hubieran arrancado algo de su interior, como si no se hubiera dado cuenta de que estaba incompleta hasta que llegó él y llenó aquél hueco oscuro que había en su interior. Aquellos pensamientos la perturbaron profundamente, pues no debería de sentirse así ante una persona totalmente extraña…¿O sí?
-- Bueno…-- Comenzó Laura. Empezó a tartamudear, buscando alguna frase inteligente, alguna ocurrencia, algo que consiguiera alargar la conversación para poder pasar más tiempo con él. Incluso se le pasó por la cabeza invitarle a pasar a casa, pero eso hubiera sido demasiado estúpido e irresponsable, y su parte racional la frenó en seco antes siquiera de que pudiera formar la frase que le diría en su cerebro. Sus mudos intentos por prolongar la conversación murieron en el momento en el que él tomó la palabra.
-- Será mejor que te vayas a casa – la interrumpió Alex – pareces cansada y te has llevado un buen susto – dijo, intentando aplacar la sequedad de su voz. Intentó que ésta saliera lo más normal posible, pero incluso él pudo percibir la tristeza y el temblor que se abrieron paso a través de sus palabras. Tragó saliva con dificultad, cuadró los hombros y dio otros dos pasos hacia atrás, sintiendo como una parte de su corazón le abandonaba y se quedaba con ella. Intentó parecer despreocupado, relajado, nada más lejos de la realidad de su estado.
-- Sí, tienes razón – dijo Laura con resignación – Estoy muy cansada…-- sin poder contenerse dijo -- ¿Te veré algún día?
La expresión de él cambió, Laura lo vio como se ve el sol poniéndose dando paso a la noche. Se ensombreció, pasando de una leve sonrisa a la tristeza más pura y agónica que Laura jamás había visto tatuada en las facciones de una persona. Parecía como si realmente le doliese lo que estaba pensando. Y ahí estaba de nuevo el dolor de cabeza delator, signo y señal de que aquello que estuviera pasando dentro de Alex le estaba haciendo sufrir.
Alex se devanaba los sesos pensando qué decirle. Estuvo a punto de contestarle << No, jamás volverás a verme, no soy bueno para ti. Soy peligroso, Laura, más de lo que te podrías imaginar…>> Sin embargo, lo que dijo fue:
-- Tal vez. Estaré por aquí algún tiempo – La miró intensamente, intentando mandarle un mensaje con la fuerza de su mirada, intentando que comprendiese que él estaría allí siempre, aunque no pudiese verle. Contempló cómo los ojos de la muchacha se abrían, zambulléndose en su mirada y casi pudo contemplar el alma de la muchacha: luminosa, brillante, más brillante que el sol.
<< Mierda. Otra vez lo ha hecho…>> La voz había sido tan sensual, tan por completo seductora…y la expresión de sus ojos, esos ojos que brillaban incluso en la oscuridad… Ahora parecían un océano en calma, y sin embargo cuando había mirado a sus atacantes, una fuerza arrolladora los había inundado y habían sido como un mar en tormenta. La expresión de ahora era tierna, llena de dulzura, pero también de dolor. Y algo en aquellos ojos la estaba enviando un mensaje que ella no pudo descifrar.
Laura no quiso preguntarle más, a pesar de que tenía millones de preguntas que hacerle. Pero algo le dijo que no era el momento. << Más adelante, entonces…>>
-- Bien. Entonces, nos vemos Alex – Y haciendo algo que jamás había imaginado que sería capaz de hacer, venció su vergüenza, se acercó a él y alzándose sobre las puntas de sus pies, le besó en la mejilla. Era tan suave y delicada como sus manos. Un escalofrío de placer le estremeció el cuerpo y un hormigueo eléctrico recorrió sus labios entreabiertos. De repente, éstos parecían arder. Notó cómo él se tensaba  ante su acercamiento y luego se relajaba paulatinamente.
-- Gracias por todo – Le repitió, todavía aturdida por su atrevimiento y por las emociones y sensaciones que ese simple gesto le habían suscitado.
-- Buenas noches, Laura – consiguió articular Alex al fin.
-- Buenas noches, Alex – Se dio la vuelta sonriéndole y marchó hacia la puerta de su hogar, situada a unos 15 metros de donde se encontraban. Cuando llegó a la entrada de su casa, se dio la vuelta y él aún permanecía allí, embelesado. Sin embargo, en lo que tardó en sacar las llaves y abrir la puerta, él ya había desaparecido.
Alex se quedó observando cómo Laura se alejaba de él. Cuando llegó a la puerta, permaneció unos instantes más, quería asegurarse de que llegaba sana y salva a su casa, y luego desapareció entre las sombras.
Mientras caminaba, se tocó distraídamente la mejilla, allí donde ella le había besado. Había notado… una sensación extraña a la par que maravillosa. Y empezó a pensar… Si alguna vez había creído que había conocido la felicidad, estaba totalmente equivocado. Felicidad era lo que sentía en esos momentos. Había estado cerca de ella, y no la había herido, al contrario. Y el sonido de su voz al decir su nombre…había sido algo tan puro, tan hermoso, que le había hecho temblar. Y además estaba aquél sentimiento…seguía sin ser capaz de describirlo, pero ahora que la había tenido en sus brazos, ahora que había podido disfrutar de su aroma y escuchar su voz, ver cómo sus rasgos angelicales cambiaban con cada pensamiento, éste sentimiento se había hecho más fuerte. No sabía cómo iba a conseguir alejarse de ella después de aquello. Todavía le hormigueaba la mejilla allí donde los tiernos y ardientes labios de la muchacha se habían posado con delicadeza, con dulzura. Aún podía notar el cálido cuerpo bajo su brazo, apretado contra su costado derecho. Y por alguna extraña razón, ella mostraba el mismo rechazo a separarse de él que él de ella, se mostraba tranquila y segura a su lado. No había tenido que usar ninguno de sus dones sobrenaturales para atraerla, se había limitado a ser él mismo. Y ella, sin apenas conocerle, había permanecido a su lado, se había preocupado por él cuando había percibido su dolor y quería volver a verle. << ¡Volver a verme a mí!...>> Nada le convenía menos que querer estar con él.
No pudo evitar las imágenes que pasaron fugaces por su mente, haciendo que se tambaleara. Los dos, juntos, saliendo, tomados de la mano, riéndose…Ella, abrazada a él, con sus delicados brazos rodeando su cuello, y los de él haciendo lo mismo con su cintura…De nuevo ella, elevándose sobre sus pies y besando tiernamente primero sus mejillas, y luego sus labios… Un ramalazo de fuego le recorrió la columna vertebral. Pero era un fuego diferente al que sentía cuando estaba enfurecido. Era más potente y mucho más placentero.  Y una nueva ráfaga de pensamientos: él, posando sus labios sobre los de ella, aspirando su dulce aroma, sintiendo su calor…después bajándolos progresivamente hasta encontrarse besando su suave garganta…y entonces, un dolor repentino, y sus colmillos abriéndose paso, mordiendo la blanda carne, atravesando la fina piel…Se paró en seco ante este pensamiento. << ¡Jamás! ¡Eso nunca!>> pero la parte más salvaje de su ser le decía << ¿Por qué no? Te alimentas de humanos a los que no matas, a no ser que sean criminales… ¿Qué habría de malo? No la harías daño, sólo sería un poco de sangre, nada más>>
-- ¡NOOOOO! – gritó Alex. Una pareja a lo lejos se quedó parada, observándole.
Sin hacerles caso, pasó cómo un bólido, alejándose…Pero ya se dirigía a su árbol para contemplarla, para vigilar su sueño.

Laura entró en su casa con paso inseguro, aturdida y embelesada…No podía creer lo que le había sucedido en unas pocas horas…
Todavía permanecía en sus labios aquél hormigueo eléctrico y abrasador. Se llevó dos dedos a ellos y suspiró. Lentamente, sacudió la cabeza para salir de su ensoñación.
Distraída, paseó por la casa encendiendo algunas luces. En el reloj situado encima de la mesa del salón marcaban casi las 2:00 de la mañana. Se le había pasado el tiempo volando. Bebió apresuradamente un vaso de leche y se fue su cuarto. Las cortinas estaban echadas, por lo que las corrió y abrió la ventana para dejar que entrara la levísima brisa. Se quedó contemplando la noche, el cielo prácticamente negro iluminado por una luna llena perfecta y unas cuantas estrellas. Paseó la mirada por el parque y se quedó observando a su árbol…y algo se movió allí, en las oscuras sombras. Notó un temblor dentro de su cuerpo, y anheló estar allí, pues algo le decía que Alex había vuelto al parque y de nuevo estaba en el árbol. Se lo imaginó como lo había visto aquella tarde: con una actitud despreocupada, con una pierna balanceándose perezosamente y la otra recogida, recostado sobre el enorme tronco, y mirando al frente con intensidad, con aquellos magníficos y sobrecogedores ojos. Totalmente magnífico y hermoso. No podía apartar los ojos del árbol. Le sonrió a la noche, y levantó una mano. La movió lentamente de un lado a otro, despidiéndose.  Apagó la lámpara de su mesilla de noche y se metió en la cama.
Aquella noche durmió por primera vez sin sueños ni pesadillas, en paz. Una única imagen inundó su mente antes de abrazar la inconsciencia: el rostro de Alex. Y justo un segundo antes de dormirse, supo de qué le conocía.

Apostado en el árbol igual que cada día y cada noche, Alex se relajó. Vio cómo las luces se iban encendiendo, y al final su habitación se iluminó e instantes después las cortinas se abrieron. Y ahí estaba ella, espléndida, magnífica, con su largo cabello suelto, cayendo libremente sobre sus hombros, rodeándola. Lucía un pijama de tirantes y pantalón corto en un tono blanco marfil que resaltaba su bronceado. Se quedó quieta observando la noche, y de repente, miró fijamente hacia allí. Algo ocurrió, sus miradas se conectaron, a pesar de la distancia y de la oscuridad. La misma corriente recorrió cada centímetro de su cuerpo, y se quedó totalmente inmóvil. Tras unos cuantos minutos, ella levantó la mano y la movió, despidiéndose. Era imposible que le viera, oculto como estaba en las sombras, pero era probable que lo percibiera. Alex sabía que ella era especial, percibía esas cosas. Había mirado en sus recuerdos cuando habían paseado juntos de camino a su casa, y sabía por ellos que era capaz de sentir el dolor de los demás como el suyo propio.
Levantó el también la mano, aunque sabía que ella no le veía realmente, y se despidió con una sonrisa deslumbrante dibujada en su rostro.
-- Que duermas bien, mi ángel – susurró para sí Alex.
No sabía cómo manejar esta situación. Su parte racional le decía que debía alejarse de ella, protegerla; su corazón y su alma anhelaban tenerla cerca, rodearla con sus brazos y besar su rostro; y su parte salvaje le instaba tomar lo que quisiera de ella. Tres partes de sí mismo enfrentadas… ¿Sería capaz de hacer que las tres convivieran en paz? Un rayo de esperanza iluminó su alma, y se sintió lo suficientemente fuerte como para intentarlo. Además, no se podía apartar de ella, no hasta que estuviera completamente seguro de que a ella no le pasaría nada. Todavía estaba la amenaza del asesino de su hermana Isabel. No le había olvidado. Sabía que tarde o temprano le encontraría o viceversa, y sabía que él tarde o temprano encontraría a Laura. Tenía que impedir por todos los medios que la encontrase, tenía que cuidar de ella.
Así pues, decidió intentarlo, y si en algún momento veía que se le iba de las manos, se creía lo bastante fuerte como para alejarse y mantenerse a una distancia prudencial de ella.
La noche transcurrió y Alex se durmió también, la imagen de Laura grabada a fuego en su mente, sonriéndole como había hecho horas antes.
Totalmente relajados, Alex y Laura durmieron aquella noche en paz.
Cuando la noche dio paso al amanecer, Alex se despertó. Permaneció donde estaba durante unas horas y, tras cerciorarse de que todo estaba en orden en casa de Laura, decidió irse a darse una ducha y cambiarse de ropa. Tenía planes para ese domingo y quería que saliesen a la perfección.
Había alquilado un loft en las afueras de la ciudad, grande, espacioso y moderno, como a él le gustaba. El apartamento estaba dotado de todas las tecnologías y comodidades imaginables, y sin embargo, Alex apena las disfrutaba, lo cual era un total desperdicio. Aun así, le gustaba verse rodeado de dichos lujos cuando se encontraba solo. Además, el loft estaba situado en una zona poco concurrida, lo cual le venía la mar de bien. Cuanto menos ojos curiosos, mejor.
Así pues, llegó al cabo de una media hora, pues no podía correr a una velocidad excesiva, de lo contrario habría llamado ligeramente la atención de la gente que ya paseaba por la calle. Entró en el loft y se despojó de sus ropas. Tendría que tirarlas, ya que estaban demasiado sucias y algo que no sabía hacer era poner una lavadora. Se dirigió al enorme ropero que tenía en la única habitación del apartamento y escogió un pantalón vaquero, una camiseta y unas deportivas similares a las que había llevado hasta entonces. Había tenido que comprar todo lo que había en aquél apartamento, pues no había podido traerse nada de Roma, ni siquiera su hermoso Porsche negro.
Con la ropa en las manos, se fue al espacioso cuarto de baño. Llenó la bañera con agua caliente, y echó algo de gel para que echara espuma. No es que realmente él estuviera especialmente sucio o que necesitara la ducha, pues como inmortal que era, su cuerpo no reaccionaba igual que el de los humanos; pero un penetrante olor a resina y hierba se le había quedado pegado al cuerpo, y además necesitaba relajarse un poco. Estaba algo nervioso.
De manera que, una vez dentro de la enorme bañera, se relajó. Permaneció cerca de una hora dentro del agua, estirando los músculos, concentrado en lo que quería hacer aquél día, soñando con ver de nuevo la cara de Laura y disfrutar de su compañía.
Al salir de la bañera, se miró en el espejo enorme que había sobre el lavabo. Notó que algo había cambiado en su rostro. Era un cambio prácticamente imperceptible para un humano, pero no para sus ojos agudos. La tristeza, el dolor y la ira provocados por la muerte de su hermana Isabel y que habían tatuado su cara durante los últimos 3 meses, habían prácticamente desaparecido y en su lugar sus rasgos faciales mostraban tranquilidad y una felicidad intensa, así como la esperanza más fuerte que jamás había sentido. Sonrió al reflejo que mostraba el vasto espejo y se vistió. Completó su atuendo con unas Ray-Ban negras, pues el sol ya era demasiado fuerte para sus ojos.
Tomó las llaves del mercedes SLK negro, pues la potente moto Honda CBR1000RR no era lo más adecuado para un paseo cómodo. Intentando no exceder el límite de velocidad, se apresuró para llegar a casa de Laura. Eran ya más de las 12 del mediodía y ansiaba verla.

Laura se despertó a eso de las 11 y media de la mañana, feliz. Estaba radiante. Hacía mucho tiempo que no se sentía así y mucho más desde que no dormía tan plácidamente como esa noche.
Algo en un resquicio de su mente pugnaba por salir e intentaba decirle algo importante, como si hubiera sabido algo por un instante y de repente se hubiera esfumado, pero ¿el qué? Se levantó precipitadamente y miró por la ventana esperando ver una figura a lo lejos bajo un árbol. Sin embargo, no había nadie allí y se llevó una enorme decepción.
Lentamente, se dio la vuelta y cogió su bloc de dibujo. Le gustaba tenerlo cerca y a veces garabateaba en él mientras comía, siempre que no estuviera demasiado enganchada a alguna de sus últimas adquisiciones literarias. Llegó a la cocina y se preparó un tazón de cereales. Sentándose a la mesa, abrió el bloc con una sola mano, mientras con la otra dejaba el tazón con cuidado en la superficie. Un dibujo se deslizó del bloc y cayó al suelo mientras ella intentaba abrirlo sin derramar la leche. Se agachó a recogerlo y se quedó paralizada por la emoción. << No puede ser…>> se decía a sí misma una y otra vez. Pero la evidencia era clara, el rostro que la contemplaba desde el papel era inequívocamente el de Alex. Dio la vuelta a la hoja y miró la fecha: 23 de Marzo. << Es imposible>>. El chico de sus sueños, el de sus dibujos no era otro que Alex. Con manos temblorosas, pasó varias hojas y allí estaba él de nuevo, totalmente nítido, mirándola con intensidad, como si fuera real. Tomó el dibujo y lo dio también la vuelta: 4 de Junio. Exactamente un día antes de su encuentro. <<¿Cómo es posible?...¿Qué significa esto?...¿Cómo había sido capaz de hacer un retrato exacto de él, si ni siquiera se habían visto hasta ayer?>> No dejaba de darle vueltas a estas cuestiones, cuando otro pensamiento cruzó su mente…<<He soñado con él casi todas las noches, por eso me resultaba familiar. Boba estúpida, ¿No te diste cuenta en cuanto le viste de que era el hombre de tus sueños?>> Tal vez conscientemente no se había dado cuenta, pero su inconsciente se lo había estado diciendo con cada emoción y sensación.
Miró el dibujo, sorprendida y ensimismada…¿Qué significaba?
Sin casi darse cuenta de lo que hacía, terminó su desayuno. Estaba emocionada, intrigada y totalmente fascinada por este pequeño misterio. No sabía qué hacer. Le costó un tiempo ordenar sus pensamientos e ideas y finalmente decidió dejarlo correr – de momento – y más adelante abordarlo con la ayuda del principal protagonista.
Una vez tomada la decisión, decidió irse a dar una ducha, pues se encontraba agarrotada y adormecida. El agua tibia la relajó y el familiar olor del gel terminó de destensar su cuerpo. Se lavó también el pelo, pues aquella noche había hecho mucho calor y el sudor se había acumulado en su nuca. Cuando salió de la ducha, con cuidado desenredó el cabello húmedo y lo dispuso como una cortina alrededor de sus hombros. Se vistió con unos pantalones cortos que dejaban al descubierto gran parte de sus largas piernas, y una camiseta de tirantes blanca que resaltaba su piel morena. Siempre le había gustado su piel, y no dudaba en lucir su color a pesar de lo tímida que era.
Ya vestida y con las energías totalmente renovadas, salió a comprar el pan. Hoy no iba con prisas y aunque hacía bastante calor para ser todavía principios de Junio, disfrutó de la sensación del sol acariciando su piel. En el camino, no dejó de darle vueltas a lo acontecido la tarde anterior, y sólo deseaba poder encontrarse con él de nuevo, en aquella calle. Sin embargo, la decepción hizo mella en ella al darse cuenta de que él no estaba. Abatida, entró en la panadería como cada mañana.
Al salir de la tienda, vio un magnífico mercedes negro brillando al sol, aparcado en doble fila. Se quedó contemplándolo con los ojos muy abiertos durante unos instantes, y después retomó su camino. Dando media vuelta, comenzó a andar. Pero segundos después tuvo que pararse de nuevo. Escuchó su nombre.
Una voz que habría reconocido aunque hubiese estado en el mismísimo infierno, eliminó toda la pena y la esperanza brilló y la atravesó como una estrella fugaz.
-- Laura – fue todo lo que dijo la voz.
Sin casi atreverse a darse la vuelta, se giró lentamente y ahí estaba él, apoyado con ese ademán despreocupado tan característico en uno de los laterales del potente mercedes.

Alex llegó a casa de Laura a eso de las 12:20. Agudizando el oído, escuchó detenidamente para intentar captar sonidos en el interior de la casa de la chica. Sin embargo, no pudo oír nada. << Tal vez siga durmiendo >> y dando media vuelta, se dirigió a la parte posterior de la casa, donde daba la ventana de su habitación. Observando a un lado y a otro para vigilar que nadie le viera, se subió al alto muro y pudo ver el interior de su habitación perfectamente. No había nadie allí. << Ha debido de salir a por algo >>  Se dijo, e inmediatamente se sintió algo perturbado, necesitaba tenerla cerca, verla con sus propios ojos. Decidió probar suerte y se dirigió con el coche hacia la calle donde estaba situada la panadería donde ella iba a comprar el pan cada día. Pudo captar a través de las ventanas bajadas el aroma claro de su piel y supo que iba en la dirección correcta. El rastro era reciente, probablemente de segundos antes.
Y efectivamente, cuando dobló la esquina y penetró en la calle, la vio. Estaba entrando en esos momentos en el local, y a través de la ventana, pudo observarla. Se dio cuenta de que la expresión de felicidad que había poblado su rostro la noche anterior había sido sustituida por  una de decepción y tristeza. Llevaba la cabeza baja, como si se sintiera desdichada y eso le hizo sentirse realmente mal. << ¿Qué es lo que te ocurre, ángel? >> pensó Alex. Se sintió turbado y nervioso. Dejó el coche en doble fila, pues no planeaba estar mucho tiempo parado allí. Escuchó cómo Laura murmuraba quedamente lo que quería y la vio salir de la tienda. Esperaba que ella le viese dentro del coche, pero cuando ésta salió se limitó a observar con ojos desorbitados a la potente y escultural máquina negra aparcada en doble fila y no se molestó en mirar en el interior. Estuvo mirando el coche durante unos segundos y después dio media vuelta e inició el camino de vuelta a casa. Irritado, salió del coche, se apoyó en un lateral y se limitó a decir su nombre:
-- Laura – La llamó. Utilizó el tono exacto de voz, adecuado para que ella pudiera oírle.
Observó cómo se paraba y muy despacio, casi con cuidado, se daba la vuelta y le miraba. Una luz le iluminó el rostro y la más bella de las sonrisas se formó en su cara. Ese día estaba especialmente espléndida. Se había puesto unos pantalones cortos que dejaban al descubierto unas piernas largas y esbeltas, y la camiseta de tirantes blanca hacía que su piel morena reluciera como un mar de chocolate. Las gafas de sol no le impedían catalogar cada uno de los detalles de la muchacha.
Laura tembló levemente al verle, sin saber muy bien cómo proceder. Se quedaron así durante unos momentos y finalmente, Laura se descongeló. Avanzó tranquilamente hasta que llegó a su altura y se quedó frente a él.
-- Hola – Fue todo lo que consiguió decir. Estaba tan guapo como lo recordaba, incluso más. Y las gafas de sol que llevaba, aunque la impedían verle los ojos, le sentaban bien, dándole un aire misterioso.
-- Hola – contestó Alex, y le correspondió con otra enorme sonrisa. Le complació ver la expresión embelesada de la muchacha cuando la sonrió -- ¿Te apetece dar una vuelta? Puedo acercarte a casa – y señaló el mercedes.
Laura reflexionó unos instantes y dijo:
-- Vale, me encantaría. Gracias.
Alex le abrió la puerta del copiloto y cuando ella estuvo dentro, la cerró con suavidad. Dio la vuelta al coche y se introdujo en éste. Laura no perdía cada detalle, observando cada movimiento, cada paso. Cuando Alex ya estaba en el coche, se limitó a observar la imponente máquina en la que estaba subida.
-- Guauuuuuuuu…-- Dijo. Estaba alucinando.
-- ¿Qué? – Alex sonrió traviesamente al percatarse del estado en que se encontraba Laura.
-- ¡Qué cochazo tienes! – soltó Laura, y se rió de sí misma ante su explosión. Escuchó cómo Alex se reía silenciosamente.
Alex puso en marcha el coche y lo guió hacia la casa de la muchacha. Estaba disfrutando como hacía mucho que no lo hacía. Se encontraba entusiasmado con la idea de pasar el día entero con ella. Se dejó llevar por las sensaciones y sus sentidos se embriagaron ante lo que se encontraron. El olor que despedía era absolutamente delicioso. Y su pelo…brillaba a su alrededor, emitiendo destellos sobre un mar negro, y mojado como estaba, hacía más intenso el aroma. Con su visión periférica, pudo observar con cuidado su rostro. Los ojos brillaban de entusiasmo y excitación, abiertos hasta los límites, con las pestañas rozando suavemente los párpados superiores. Y sin poder contenerse, giró levemente la cabeza para verla mejor. En esos momentos, ella también se giró y sus ojos se encontraron con los de ella, conectándose. Le dio un vuelco el corazón cuando ella le miró intensamente y le sonrió.
Laura estaba absolutamente sorprendida y excitada. Su vida había dado un giro tremendo en menos de 24 horas. Se sentía llena de dicha, feliz estando con él, y pensar en el por qué le daba algo de miedo. Al fin y al cabo, él era un total desconocido. Sólo habían cruzado unas cuantas frases y él podría marcharse en cualquier momento. Dedujo que su felicidad era producto de las emociones y sentimientos que se brotaban en su interior cuando estaba con él y a la sensación abrumadora de seguridad que tenía cuando estaban juntos. Algo así no podía ser malo. Además estaba la gratitud infinita que sentía hacia él por lo que había hecho la noche anterior. No lo olvidaría jamás.
Alex dejó vagar sus pensamientos durante el corto trayecto. Además, no quería molestarla, pues se daba cuenta de que ella también estaba perdida en los suyos propios. Así pues, llegaron con suavidad y en silencio a la casa de Laura. Ésta salió de su ensoñación cuando se dio cuenta de que el coche se había parado. El tiempo se le había pasado volando y ahora no sabía qué hacer.
-- Ya estamos – dijo Alex. Se giró de nuevo y volvió a dedicarle una sonrisa. << Es curioso>> pensó << Estoy sonriendo más estos días de lo que probablemente lo haya hecho en toda mi vida>>
-- ¿Quieres pasar? – preguntó tímidamente Laura. << Ya está…ufff…estoy muy nerviosa >>
<< ¿Qué…? >>  Alex se quedó donde estaba, sin saber qué decir o qué hacer << ¿Me está invitando a pasar…a mí? >> Sopesó cuidadosamente la cuestión, y cuando vio que sería capaz de manejar la situación contestó:
-- Bueno, si no te importa – y la sonrisa se amplió.
Laura le estaba contemplando embelesada y consiguió salir a duras penas del coche. Él se bajó tras ella, y la siguió de cerca, ajustando sus pasos a los de ella, dejando apenas una distancia de unos 40 cm entre los dos. Ella podía sentirle justo detrás, pues toda su espalda parecía irradiar una energía que conseguía estremecerla. Subió los peldaños de la escalera de la entrada, y cuando llegó a la puerta, se giró un poco para sacar las llaves de su bolsillo. Y él permanecía allí, cerca de ella, observándola con cuidado y con intensidad. Tenía las manos temblorosas, y las llaves repiquetearon. Justo cuando intentaba introducirlas en la cerradura, se le cayeron de las manos y en el momento en que se agachaba a recogerlas, unas manos más rápidas que las suyas ya lo habían hecho. Hubo un roce fortuito entre sus manos, y ambos se retiraron precipitadamente ante el choque de energías que se produjo. Laura se dio con la cabeza en la barbilla del muchacho.
-- ¡Ay! – exclamó.
-- Lo siento – dijo Alex. Se sentía turbado, no solo por el golpe.
-- No, no es nada – Laura miró a Alex mientras se tocaba la cabeza, y sin poder contenerse soltó una carcajada.
Alex la observó, y entonces él también se rió. Los dos, como tontos, se estuvieron riendo de la situación con fuertes y sonoras carcajadas. Les costó un pequeño esfuerzo retomar el control de sí mismos, pero al final lo lograron. Al final, Laura consiguió abrir la puerta de su casa y entraron.  Dejó las llaves en el mueble de la entrada y guió a Alex hacia el salón. Se sentía extraña, nunca había llevado a un chico a su casa, y menos a alguien como Alex.
-- Siéntate, voy a dejar esto en la cocina y traeré algo de beber… ¿qué prefieres? Fanta, coca-cola…
-- Con un vaso de agua es suficiente, gracias – Le dijo. No le gustaba el sabor de esos “refrescos”. A Alex le parecía totalmente surrealista encontrarse en casa de Laura, conversando con ella, disfrutando de su compañía como si fueran dos grandes amigos…era realmente turbador, pero placentero. Se sentía genial.
-- Ahora vengo.
Laura se fue a la cocina y tiró el pan sobre la encimera. Todo lo deprisa que pudo, cogió un par de vasos y la jarra de agua de la nevera. Estuvo a punto de tirar los vasos en su precipitación por ser rápida y eficiente. Siempre había sido muy patosa. Volvió al poco tiempo, y él seguía donde lo había dejado.
Alex sonreía divertido al oír la precipitación de la muchacha y los sonidos que producía al moverse deprisa. Juraría que había estado a punto de romper algo de cristal, probablemente los vasos. << Vaya…parece igual de ansiosa de estar conmigo como yo lo estoy de estar con ella…>> pensó << Es extraño, es como si hubiera una conexión entre nosotros…>> debía pensar en esto detenidamente, pero ya lo haría más adelante. Ella hizo su aparición cargando una gran jarra de agua fría en una mano, y dos vasos de cristal apilados en la otra. La expresión en su cara hizo que soltara una leve carcajada. Ella no le preguntó el motivo, pero se sonrojó visiblemente y bajó la mirada. Alex paró de reírse y la invitó a sentarse a su lado. Ella dejó con cuidado la jarra y los vasos encima de la mesa y se sentó en el sofá de tres plazas junto a él. Se encontraba muy nerviosa, por lo que decidió servir el agua para ganar el tiempo e intentar ordenar sus pensamientos.
Alex, aprovechando la turbación de la muchacha, observó detenidamente el salón en el que se encontraba, catalogando cada detalle. Era extraño estar ahí, viéndolo todo desde esa perspectiva, y no desde fuera, como lo había estado haciendo hasta entonces siempre que las cortinas no estuviesen echadas.
Laura llenó los dos vasos de agua, y le ofreció uno a Alex. Éste, con cuidado, lo cogió de las manos de la muchacha.
-- Gracias – le dijo.
-- Hummmm… -- Laura no sabía cómo proceder a continuación. Soltó lo primero que se le pasó por la cabeza -- ¿dónde vives, Alex?
-- En las afueras de la ciudad, alquilé un loft – << Mejor empezar diciendo la verdad, ya tendrás ocasiones en las que tener que mentir >> se dijo.
-- Esto…espero no ser indiscreta… -- se excusó Laura. Tenía montones de preguntas que hacerle -- ¿cuántos años tienes? – preguntó.
<< Vaya, una cuestión difícil…Primera mentira >> Alex respondió:
-- Pues cumplí los 23 hace tres meses -- << Sí, bueno, cumplí los 23 hace tres meses, hace cuatro siglos >>
-- ¡Vaya! ¡Como yo! Qué coincidencia – exclamó Laura.
<< Sí,  extraña coincidencia >> pensó Alex.
-- ¿Y vives tú sólo aquí? – soltó Laura. Las preguntas fluían y ella no podía contenerlas.
-- Hummmmm…sí. Mis padres fallecieron hace años y yo estaba con mi hermana en Roma hasta hace unos meses. Pero ella tuvo un accidente, y murió también. Decidí venir a España para cambiar de aires… -- Bueno, eso era en parte verdad, pero claro, no podía comentarle que sus padres fallecieron hace 100 años, ni que a su hermana la mató un monstruo sádico que ahora iba tras ella…intentó retomar el rumbo de la conversación y se explicó lo mejor que pudo -- Mis padres me dejaron unos cuantos negocios, y tengo solvencia. Vine aquí para estudiar un máster en empresariales que empezaré dentro de unos meses –
-- Oh…Lo siento Alex. Lo de tus padres y tu hermana. Debes de haberlo pasado realmente mal – Laura pudo sentir el dolor en la voz de Alex a medida que le contaba su triste historia, y pudo sentirlo en su cabeza. Alex estaba sufriendo ahora, en esos momentos. -- ¿Puedo hacer algo por ti?
Alex la contempló embelesado…No podía ser real. Ella estaba realmente preocupada por él. Durante meses se había sentido vacío, sólo, movido únicamente por los sentimientos de ira, venganza, y la determinación férrea de apartar a aquél monstruo de esta jovencita. Pasado el tiempo, había notado una especie de atracción hacia ella que todavía no era capaz de definir…Y ahora, se sentía feliz estando a su lado, sentía que una parte de sí sanaba, notaba como si los pedazos de su corazón comenzaran a encajar y a soldarse. Era placentero, volver a sentir paz, tranquilidad…Y sólo la sentía cuando estaba cerca de ella.
Laura estaba preocupada por el silencio producido y por la expresión en el rostro de Alex.
-- No, no en realidad…-- comenzó a decir Alex. Después se corrigió y dijo: Bueno, sí hay algo.
-- Dime, haré todo lo que pueda – se ofreció Laura.
Alex sonrió quedamente y dijo:
-- Bueno, ¿Querrías pasar el día conmigo? – Dijo Alex – Podemos ir a donde quieras. Así nos distraeremos los dos, ¿Qué te parece?
Laura se quedó sorprendida ante su ofrecimiento. << ¿He escuchado bien? ¿Me está pidiendo que salga con él…pasar el día entero juntos? >>
-- ¡Estupendo! – exclamó Laura. Vio que Alex se reía ante su explosión de entusiasmo – Sí, vale…no tengo que hacer nada. Pero, ¿Adónde vamos?
-- Ya pensaremos en algo, no te preocupes – Le dijo Alex -- ¿Estás lista, o necesitas cambiarte? – La miró de arriba abajo por unos instantes y cuando volvió sus ojos hacia los de ella, vio que ella había estado haciendo lo mismo con él. Rápidamente  ambos desviaron la mirada, avergonzados.
-- No…Estoy lista. Sólo tengo que coger el bolso – dijo – Espera, voy a coger otro bolso más grande, me quiero llevar la cámara. Me gusta hacer fotos cuando salgo a algún sitio nuevo ¿Te importa? – Le preguntó.
-- En absoluto – Dijo Alex. Se estaba divirtiendo de lo lindo con ella. Era tan natural, tan impulsiva y encantadora…Por supuesto, él ya sabía dónde la iba a llevar, sólo le había ofrecido escoger el lugar por educación.
Ella se levantó, y él hizo lo mismo. La esperó de pie en el salón y volvió a contemplando, esperando, escuchando.
-- ¡Ya estoy! – dijo Laura. Todavía no se lo podía creer, ¡iba a pasar el día con Alex! Eso le daría más oportunidades para averiguar más cosas sobre él. Estaba emocionada ante la perspectiva. Una pequeña parte de su mente, aquella más racional la avisaba de que iba a pasar el día sola con un total desconocido…Pero su instinto era más fuerte y la decía que no tuviera miedo, que estaba en buenas manos.
-- Pues vamos – respondió Alex.
-- ¡Espera! – exclamó Laura. Alex se preocupó, << ¿Qué ocurre? >> pensó – Tenemos que llevarnos algo para comer – dijo Laura.
<< Ah…cierto. No había pensado en ese detalle…>>
-- No te preocupes, conozco varios restaurantes muy buenos…-- respondió. Antes de que la chica replicara, le dijo – Yo invito…¡No se diga más!...además, dijiste que harías lo que pudieras por mí…Pues me sentiré mejor si me dejas que te invite a comer – replicó. Vale, estaba jugando un poco sucio, aprovechándose de la amabilidad de la chica, pero realmente le apetecía darle algo.
-- Hummm…vale – Laura estaba desconcertada.
Salieron de la casa, e igual que antes, Alex se mantuvo cerca de ella, respirando su aroma, embebiéndose de él, y sintiendo la energía que despedía su cuerpo, atontándole. Una vez más, le abrió la puerta del copiloto, y cuando ella estuvo dentro, la cerró y se dirigió a su puerta. Ya dentro, metió las llaves en el contacto, y el coche se puso en marcha con apenas un leve ronroneo. Sacó el coche de allí y empezó a callejear por la ciudad.
-- ¿Adónde vamos? – preguntó Laura.
-- He estado pensando mientras cogías el bolso – Dijo Alex – Hay un lugar precioso, a unos kilómetros de aquí. Lo descubrí hace poco, mientras…hacía una expedición. Me gusta la naturaleza – Sí, había estado haciendo una expedición, pero de caza.
-- Suena bien. A mí también me encanta la naturaleza – le dijo Laura, sonriéndole.
Una vez más, el corazón de Alex dio una sacudida.



¡Bueno! ¿Qué os ha parecido? Espero que os haya gustado...Disfruto mucho escribiendo,así que espero poder transmitiros ese entusiasmo y deseo de verdad que os guste...Por favor, dejar comentarios y así me decís qué os parece, si os gusta o no, consejos, críticas constructivas...Estoy a vuestra disposición y escucha!!!

Aún es pronto, pero conforme pase la historia creo que os daréis cuenta de que, sin haberlo pretendido, hago algunos guiños a otras sagas literarias como Crepúsculo de Stephenie Meyer...Encontraréis algunas situaciones semejantes (creo que no hay muchas). La historia de Laura y Alex es original mía, pero no he podido evitar que ciertas influencias hayan salido a través de mi mente y se hayan plasmado en lo que he escrito en este relato en concreto. No tengo intención de hacer plagio a nadie, odio que la gente plagie las historias de los demás. Dejo la historia para que juzguéis si estoy haciendo un buen trabajo.

Sin más, me despido...por ahora. XD

Saludos,

Isabella

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