Hoy, de momento, os dejo este nuevo capítulo de "Escapando de la Oscuridad" La relación entre Alex y Laura está nada más empezando pero ya es muy intensa...
Os dejo ya con su lectura:
Alex
andaba distraído por el parque, sumido en sus pensamientos, recreando la imagen
y la voz de Laura. No se quería alejar mucho de allí para poderla tener cerca y
cuidar de ella, por lo que se limitó a dar vueltas al parque y a los
alrededores.
Un
sonido le sacó de su ensoñación. Las voces de unos chavales borrachos. Pero eso
no fue lo que le despertó. Una voz ya muy conocida se abrió paso a través del
resto de las voces y su cerebro y su cuerpo se pusieron en tensión. Desde allí
no conseguía escuchar bien lo que estaban diciendo. Pero aunque la voz hubiera
salido del mismísimo centro de la tierra, la habría reconocido: Laura.
Ese
sonido consiguió ponerle en marcha. Desplegó todos sus sentidos y se dirigió
hacia el lugar del que provenían las voces. Estaban muy cerca del árbol donde
se habían encontrado Laura y él.
Por
fin, los vislumbró. La habían rodeado y no la dejaban escapar. Se reían de ella
y en sus mentes vio lo que pretendían hacer con ella: iban a divertirse lo de
lo lindo con ella. Querían verla llorar y suplicar. Utilizarla como una
marioneta hasta que se aburrieran. Eso le enfureció y dobló el ritmo de su
carrera. Se encargaría de que fueran ellos quienes suplicaran.
Pero
si creía que lo que había sentido hasta ese momento era furia, estaba
totalmente equivocado. La ira surgió dentro de él como una potente llama
incandescente y se adueñó de todo su ser cuando vio cómo la tiraban al suelo e
impedían que se levantase. Uno de los chicos se había agachado y se estaba
inclinando hacia ella…
Un
destello rojo, un fuego abrasador y se lanzó como un huracán contra el chico.
Le agarró por detrás y lo lanzó varios metros dejándolo tirado de espaldas como
una marioneta. Los otros chicos se miraron momentáneamente confundidos.
De
repente, ya no estaba allí. Una leve brisa se levantó. Un grito ahogado de
asombro y el muchacho yacía tumbado de espaldas a unos metros de donde estaba
ella. Los demás amigos se miraban los unos a los otros, asombrados, no
comprendían qué había pasado y cómo había llegado su colega hasta allí.
Uno
de los chicos fue más rápido y se quedó contemplando al causante.
--
¡Eh tú! ¿Quién coño te crees que eres? Te voy a dar la paliza de tu vida,
pedazo de cabrón.
Laura
dirigió la mirada hacia donde el chico estaba mirando, y la esperanza se abrió
paso a través de todo su miedo y terror. Pero duró poco tiempo. Eran 6 o 7
chicos contra uno. El chico de sus sueños no podría con tantos a la vez. El
desasosiego reemplazó a la esperanza.
--
Apartaos de ella… ¡YA! – rugió Alex.
El
sonido de su voz fue tan terrorífico, que la mayoría dio un paso atrás sorprendidos.
Se miraron sin saber qué hacer. El chico que había hablado antes, se adelantó y
se puso a la altura de Alex.
Éste
sonrió y esperó. De repente, el chico levantó el puño y con toda la fuerza de
su brazo, lanzó un directo derecho hacia la cara de Alex. Lo paró antes de que
le rozara siquiera la nariz e infringiendo la mínima cantidad de fuerza, echó
el brazo del muchacho hacia atrás y se lo dobló bruscamente. Realizando una
rápida llave, puso el brazo del chico tras su espalda, inmovilizándolo, y con otro
movimiento, lo lanzó hacia delante. Con la fuerza del empujón, éste cayó de
cara al suelo, y se quedó espatarrado allí.
Laura
no podía salir de su asombro y el resto de los chicos tampoco. Estaban
demasiado borrachos y confundidos y no se atrevían a adelantarse y convertirse
en la siguiente marioneta.
Se
quedó allí, en el suelo, paralizada, maravillada, contemplando al que se había
convertido en su ángel salvador. De repente, captó movimiento detrás de él. El
cabecilla se había conseguido levantar, y sigilosamente se dirigía para
atraparle desprevenido.
Intentó
captar su atención y decirle con la mirada lo que estaba pasando detrás.
Durante un fugaz momento sus miradas se encontraron y una sonrisa se dibujó en
el rostro de su salvador. Juraría que le había dedicado un leve asentimiento y
le había guiñado un ojo, de manera cómplice.
El
chico se seguía acercando sigilosamente. Justo en el momento en que estaba a
punto de agarrarle por la espalda, Alex efectuó un rápido giro y agarrando al
chico por los hombros, lo levantó en el aire y con un veloz movimiento, lo
tumbó de nuevo en el suelo.
El
silencio se hizo entre los amigos del chico, y dieron varios pasos hacia atrás
alejándose.
Alex
se agachó, acercándose al cabecilla del grupo y dijo:
--
Ni se os ocurra volver a tocarla, de lo contrario, desearéis no haberme
conocido – La voz volvía a ser aterradora. Un miedo desconocido se apoderó del
chico. Un rictus de terror apareció en su cara. Alex le sonrió como si fueran
amigos y se incorporó.
Lentamente,
con suavidad, se acercó a donde estaba tirada Laura. Se agachó y le ofreció la
mano para ayudarla a incorporarse. Laura aceptó, hipnotizada y agradecida.
Estaba
anonadada, sorprendida. No podía efectuar ningún movimiento ni decir una sola
palabra. Se limitó a mirarle conmocionada y se dejó llevar por la fuerza de su
ángel salvador y de la maravillosa sensación del roce de su mano, de su suave
tacto. Se recreó en la fuerza titánica que recorría sus perfectos músculos y
sólo dirigió sus ojos a su cara cuando éste le habló.
--
¿Estás bien? – Le preguntó Alex. Intentó controlar su ira, y la voz le salió en
un suave susurro, pero sabía que ella le había oído. Su rostro se dulcificó y
la ira fue dando paso a la tranquilidad. Ignoró a los chicos que les rodeaban y
tirando suavemente de la mano de Laura, la acercó a su cuerpo y la rodeó con un
brazo. La apretó suavemente contra sí.
No
tuvo que decir ni una sola palabra más. Los muchachos se alejaron de ellos,
contemplándolos asombrados. En el suelo todavía permanecían los dos valientes a los que había tumbado.
--
Sssí – dijo Laura, temblando levemente debido a la conmoción. No fue capaz de
decir nada más, a pesar de que ansiaba poder agradecerle lo que había hecho por
ella. Pero no existían palabras para expresarlo.
Una
parte de la mente de Laura le decía que andaba con un extraño y que éste la
llevaba sujeta a su lado. Algo le aconsejaba que se alejara. Pero renegó de
esos pensamientos rápidamente. Jamás se había sentido tan segura con nadie que
conociese. No podía ser malo. Y estaba decidida a conocerlo. La electricidad
que los unía era algo…vivificante. Mil estremecimientos de placer la recorrían
constantemente, de arriba abajo y parecía que él debía de sentir algo parecido,
pues a Laura le pareció que temblaba levemente. Las zonas en donde sus cuerpos
mantenían el contacto estaban ardientes, como al rojo vivo y empezó a agitarse,
nerviosa. Sin previo aviso, padeció un escalofrío demasiado fuerte como para
que Alex no se percatase de ello. Bajó sus ojos oscuros hacia ella y la
contempló, evaluándola.
--
¿Tienes frío? – preguntó Alex levemente confundido. La temperatura era cálida.
Aunque creía saber el motivo de los estremecimientos de la muchacha, dado que
él también los estaba sufriendo, no quiso hacer más conjeturas.
--
No, es sólo la impresión. Se me pasará – Contestó Laura. Estaba realmente
preocupado por ella, se dio cuenta. Le extrañó que alguien desconocido se
preocupase tanto por ella, pero se sintió halagada y feliz. Jamás se había
sentido así con un chico, bueno, con ninguna persona en realidad.
Alex
se relajó al escuchar las palabras de Laura, comprendiendo su significado. La
pobre se había llevado un buen susto. Y la preocupación desapareció dando paso
a otras sensaciones. La tenía entre sus brazos, podía sentir su calor, notar el
pulso acelerado de la muchacha, embriagarse con el aroma de su piel. Y ella no
le rehuía. Por alguna extraña razón se encontraba tranquila -- si
dejamos a un lado el acelerado ritmo de su corazón – y a gusto a su lado.
Jamás se habría imaginado algo así. Las circunstancias habían jugado su partida
y le habían ganado. Pero a pesar del miedo que sentía de poder herirla, se
sintió seguro y en paz consigo mismo. Una extraña calma surgió en su pecho,
calmando la agitación de su interior, domando a la fiera que rugía dentro de
él.
Siguieron
caminando así, abrazados. Laura no se molestó en apartarse, estaba muy a gusto
así, muy tranquila. Alex, por su parte, estaba disfrutando de su sueño hecho
realidad.
--
¿Cómo me encontraste? – preguntó tímidamente Laura.
Alex
se quedó rígido. Si le hacía muchas preguntas, tendría que inventar muchas
mentiras y eso no le gustaba. Las mentiras se acaban destapando por sí solas,
sin necesidad de ayuda.
--
Estaba dando vueltas por aquí, ya sabes, disfrutando de la agradable noche –
Dijo Alex. Esto era en su mayoría verdad, lo cual le hizo sentirse mejor.
Haciendo un ademán con la mano señaló los alrededores y habló con soltura,
despreocupadamente. – Escuché unas voces y entonces…sentí el impulso de venir
hacia aquí – Sí, sintió el impulso, <<El
impulso de cargarse a quien te estaba haciendo daño>> -- Y luego, te
vi.
--
Pero…no tenías por qué hacer nada. N-no…no nos conocemos – tartamudeó Laura. La
sensación de que le conocía de algo persistía y cada vez era más fuerte. No era
capaz de quitarse ese pensamiento y de sacudirse esa sensación de familiaridad
de su cuerpo. La forma en el que éste respondía a cada gesto y cada movimiento
que él hacía era…inquietante.
--
Estabas en un aprieto… – replicó confundido Alex. <<¿Qué querías que hubiera hecho? … ¿preferirías que te hubiera dejado a su merced?>> -- Y no
soporto a los payasos que se creen que pueden hacer lo que les dé la gana, y
menos aún ver cómo se aprovechan y maltratan a una chica.
--
Hummmmmmmmm…de acuerdo – Laura no sabía qué pensar de aquello – Eres mi
salvador. Muchas gracias – Le dijo con fervor. Notó cómo se tensaba levemente y
cuando se atrevió a echar una ojeada, vio cómo la comisura de sus labios se
elevaba formando una media sonrisa traviesa.
Alex
se sintió…No era capaz de expresarlo. Le había llamado <<su salvador>>. Si ella supiera que la vigilaba
constantemente, probablemente no pensaría así. Si supiera que la espiaba, que
la conocía de una manera profunda, oscura, que conocía cada uno de sus más pequeños
e insignificantes hábitos, seguramente huiría de él y le denunciaría a la
policía o algo por el estilo.
Siguieron
caminando, lentamente, sin prisas. Él todavía agarrándola con un brazo y
estrechándola suavemente pero con firmeza a su costado. Le daba miedo que la
muchacha fuera a desmayarse o algo por el estilo debido a la conmoción. Además, disfrutaba del poder que tenía y de
poder aprovecharlo y utilizarlo con Laura. Sentirla tan cerca de sí…era algo
totalmente hermoso y perturbador. Mil imágenes se formaron en su mente,
placenteras y perturbadoras a la vez, formando y eliminando sendas sonrisas a
medida que se sucedían una tras otra, dejándole confundido, desvalido.
--
Esto…bueno… -- comenzó a decir Laura. No sabía cómo preguntárselo y si él se lo
tomaría bien.
--
¿SÍ? – dijo Alex. Bajó la mirada, y sus ojos atraparon de nuevo los de la
muchacha, y percibió el cambio en su expresión. Casi instantáneamente se
produjo un cambio en su ritmo cardíaco, acelerándose un poco más, y el rubor
inundó sus mejillas. Se sintió…complacido.
--
Me preguntaba… -- Laura se encontraba perdida en la inmensidad de aquellos ojos
y en la suavidad de su dulce voz. <<¿Cómo
se lo pregunto?...>> y una voz
en su cabeza le decía << Es un
total desconocido, podría ser peor que esos chicos de antes>>, pero
otra voz más potente acalló a la otra diciendo << Te ha salvado de esos idiotas…>> Ese pensamiento se
vio respaldado por la sensación de seguridad que sentía al tenerlo a su lado.
Bajó la mirada, avergonzada, <<
probablemente él no quiere nada contigo, boba, y sólo está siendo
amable>>
--
¿Sí? – repitió Alex. Le preocupó la forma en que vaciló Laura. Sin ser capaz de
resistirse, con la otra mano, tomó a Laura del mentón y lo elevó para poder
contemplar sus ojos, esos ojos oscuros, profundos, tan grandes y brillantes…
Laura
perdió el hilo de sus pensamientos en cuanto él la tocó de esa manera y la
obligó a mirarle a los ojos.
Dándose
cuenta de que no podría obtener una respuesta coherente, Alex apartó
rápidamente la mano de la barbilla de Laura y esperó a que esta retomara el
control de sí misma. Con gran esfuerzo, Laura consiguió preguntar:
--
¿Cómo…cómo te llamas? – soltó precipitadamente. <<Ya está, ya se lo he dicho>> -- ¿Vives por aquí? -- <<Vale, ya te estás pasando,
Laura>>
Laura
notó que Alex había contenido la respiración.
Alex
se encontraba ante un dilema que le producía dolor y tristeza. <<¿Qué hacer? ¿Le digo mi nombre? Eso
sería intimar demasiado. Debería dejarla en su casa y alejarme, no dejar que me
vuelva a ver…>> Mientras pensaba eso, vio cómo Laura se tocaba
distraídamente las sienes. Sus ojos se vieron velados por aquellos párpados
aterciopelados y él se sintió frustrado. Le gustaban mucho los ojos de aquella
chica, al mirarlos directamente era como si pudiera ver directamente el alma de
la muchacha, cálida, brillante, llena de vida.
A
Laura le entró un dolor repentino en las sienes, sabía a qué se debía, alguien está sufriendo, y cuando giró la
cabeza para buscar la fuente, abrió los ojos y vio el rostro desencajado del
chico que la sostenía a su lado. Algo le estaba perturbando. Vio un gesto de
tristeza y dolor, y su instinto la empujó esta vez. No podía soportar el
sufrimiento de la gente y menos de él.
--
¿Te encuentras bien? – Le preguntó.
Alex
estaba totalmente confundido <<¿Ella
estaba preocupada por él? ¿Por alguien como él? ¿Después de lo que le acababa
de suceder, sólo se preocupaba de que él estuviera bien?>> Al
mirarla, vio la preocupación, la comprensión y el deseo sincero de ayudar en sus
angelicales rasgos y finalmente respondió:
--
Alex – Ante la confusión de Laura repitió – Me llamo Alex – Eludió la última
pregunta de Laura, pues hubiera sido complicado y muy largo explicarle el
motivo de su desasosiego, del dolor que sentía en el pecho al saber que no
podía estar con ella, al saber que no
debería estar con ella. Y ahora fue él quien desvió la mirada de aquellos
ojos de un perturbador color marrón oscuro.
Sin
entender muy bien por qué, Alex se sintió repentinamente mejor, la tristeza y
el dolor punzante del pecho aletargados. Laura notó que Alex se relajaba e
inmediatamente su dolor de cabeza empezó a remitir, hasta quedarse como un eco
lejano del profundo aguijonazo que le había taladrado las sienes segundos
antes. El dolor había desaparecido tan rápido como había hecho su aparición.
<<Alex…me
encanta>> No pudo contener un suave suspiro, ni
tampoco el rubor que se produjo en sus mejillas momentos después al darse
cuenta de que él había escuchado su suspiro. No se atrevió a mirarle. Él
tampoco la miraba directamente, pero ambos se vigilaban por el rabillo del ojo.
Sentía la tensión en su cuerpo y en el de él y, siguiendo un impulso, se acercó
un poco más a él, lo cual le provocó un pequeño sobresalto. Una diminuta
sonrisa traviesa elevó una de las comisuras de sus labios y, girando un poco la
cabeza, la escondió para que él no pudiera verla.
Alex
se percató de lo tarde que era y apresuró algo el paso. << Debo llevarla pronto a casa. Si sigue haciéndome preguntas, no
sé qué voy a responder>> Con cuidado, de una manera natural e
inconsciente, fue dirigiendo los pasos de ambos hacia la casa de Laura.
Laura
no era consciente de hacia dónde iban. Estaba demasiado ensimismada en sus
pensamientos como para darse cuenta de ello. Entusiasmada, feliz, estaba
disfrutando de cada emoción sentida junto a Alex aquella noche de manera
intensa. Cuando se dio cuenta de que iban sin remedio hacia su casa, quiso
cambiar el rumbo, pero él la tenía firmemente sujeta con su brazo. Un
pensamiento repentino le vino a la cabeza <<
¿Sabe dónde vivo?>> y casi instantáneamente otro hizo su aparición <<No, es sólo una coincidencia. Eso o
yo misma me he estado dirigiendo hacia aquí inconscientemente>> Si
era así, estaba muy enfadada con su inconsciente por hacerle semejante jugarreta.
Doblaron
la esquina y entraron en la calle principal, donde vivía Laura. Al llegar allí,
Alex soltó despacio a Laura, todavía no demasiado seguro de que no se fuera a
desvanecer. Su corazón emitió un fuerte latido en protesta por el alejamiento
de la muchacha. Su alma negra se quejó al perder la poca luz que había visto en
siglos. Alargó las manos de su alma, luchando por mantenerla cerca de él, pero
su parte más responsable ganó la batalla y se vio a sí mismo separándose de
ella, dando unos cortos pasos hacia atrás que le costaron casi toda la fuerza
de voluntad que tenía.
Laura
se quedó cerca de él, pensando en qué podría decirle para alargar el momento.
Se miraron el uno al otro durante unos instantes. El sentimiento de vacío que
la atravesó al separarse de él fue sobrecogedor. Fue como si le hubieran
arrancado algo de su interior, como si no se hubiera dado cuenta de que estaba
incompleta hasta que llegó él y llenó aquél hueco oscuro que había en su
interior. Aquellos pensamientos la perturbaron profundamente, pues no debería
de sentirse así ante una persona totalmente extraña…¿O sí?
--
Bueno…-- Comenzó Laura. Empezó a tartamudear, buscando alguna frase
inteligente, alguna ocurrencia, algo que consiguiera alargar la conversación
para poder pasar más tiempo con él. Incluso se le pasó por la cabeza invitarle
a pasar a casa, pero eso hubiera sido demasiado estúpido e irresponsable, y su
parte racional la frenó en seco antes siquiera de que pudiera formar la frase
que le diría en su cerebro. Sus mudos intentos por prolongar la conversación
murieron en el momento en el que él tomó la palabra.
--
Será mejor que te vayas a casa – la interrumpió Alex – pareces cansada y te has
llevado un buen susto – dijo, intentando aplacar la sequedad de su voz. Intentó
que ésta saliera lo más normal posible, pero incluso él pudo percibir la
tristeza y el temblor que se abrieron paso a través de sus palabras. Tragó
saliva con dificultad, cuadró los hombros y dio otros dos pasos hacia atrás,
sintiendo como una parte de su corazón le abandonaba y se quedaba con ella.
Intentó parecer despreocupado, relajado, nada más lejos de la realidad de su
estado.
--
Sí, tienes razón – dijo Laura con resignación – Estoy muy cansada…-- sin poder
contenerse dijo -- ¿Te veré algún día?
La
expresión de él cambió, Laura lo vio como se ve el sol poniéndose dando paso a
la noche. Se ensombreció, pasando de una leve sonrisa a la tristeza más pura y
agónica que Laura jamás había visto tatuada en las facciones de una persona.
Parecía como si realmente le doliese lo que estaba pensando. Y ahí estaba de
nuevo el dolor de cabeza delator, signo y señal de que aquello que estuviera
pasando dentro de Alex le estaba haciendo sufrir.
Alex
se devanaba los sesos pensando qué decirle. Estuvo a punto de contestarle << No, jamás volverás a verme, no soy
bueno para ti. Soy peligroso, Laura, más de lo que te podrías imaginar…>>
Sin embargo, lo que dijo fue:
--
Tal vez. Estaré por aquí algún tiempo – La miró intensamente, intentando
mandarle un mensaje con la fuerza de su mirada, intentando que comprendiese que
él estaría allí siempre, aunque no pudiese verle. Contempló cómo los ojos de la
muchacha se abrían, zambulléndose en su mirada y casi pudo contemplar el alma
de la muchacha: luminosa, brillante, más brillante que el sol.
<< Mierda. Otra vez lo
ha hecho…>> La voz había sido tan sensual, tan por
completo seductora…y la expresión de sus ojos, esos ojos que brillaban incluso
en la oscuridad… Ahora parecían un océano en calma, y sin embargo cuando había
mirado a sus atacantes, una fuerza arrolladora los había inundado y habían sido
como un mar en tormenta. La expresión de ahora era tierna, llena de dulzura,
pero también de dolor. Y algo en aquellos ojos la estaba enviando un mensaje
que ella no pudo descifrar.
Laura
no quiso preguntarle más, a pesar de que tenía millones de preguntas que
hacerle. Pero algo le dijo que no era el momento. << Más adelante, entonces…>>
--
Bien. Entonces, nos vemos Alex – Y haciendo algo que jamás había imaginado que
sería capaz de hacer, venció su vergüenza, se acercó a él y alzándose sobre las
puntas de sus pies, le besó en la mejilla. Era tan suave y delicada como sus
manos. Un escalofrío de placer le estremeció el cuerpo y un hormigueo eléctrico
recorrió sus labios entreabiertos. De repente, éstos parecían arder. Notó cómo
él se tensaba ante su acercamiento y
luego se relajaba paulatinamente.
--
Gracias por todo – Le repitió, todavía aturdida por su atrevimiento y por las
emociones y sensaciones que ese simple gesto le habían suscitado.
--
Buenas noches, Laura – consiguió articular Alex al fin.
--
Buenas noches, Alex – Se dio la vuelta sonriéndole y marchó hacia la puerta de
su hogar, situada a unos 15 metros de donde se encontraban. Cuando llegó a la
entrada de su casa, se dio la vuelta y él aún permanecía allí, embelesado. Sin
embargo, en lo que tardó en sacar las llaves y abrir la puerta, él ya había
desaparecido.
Alex
se quedó observando cómo Laura se alejaba de él. Cuando llegó a la puerta,
permaneció unos instantes más, quería
asegurarse de que llegaba sana y salva a su casa, y luego desapareció entre
las sombras.
Mientras
caminaba, se tocó distraídamente la mejilla, allí donde ella le había besado.
Había notado… una sensación extraña a la par que maravillosa. Y empezó a
pensar… Si alguna vez había creído que había conocido la felicidad, estaba
totalmente equivocado. Felicidad era lo que sentía en esos momentos. Había
estado cerca de ella, y no la había herido, al contrario. Y el sonido de su voz
al decir su nombre…había sido algo tan puro, tan hermoso, que le había hecho
temblar. Y además estaba aquél sentimiento…seguía sin ser capaz de describirlo,
pero ahora que la había tenido en sus brazos, ahora que había podido disfrutar
de su aroma y escuchar su voz, ver cómo sus rasgos angelicales cambiaban con
cada pensamiento, éste sentimiento se había hecho más fuerte. No sabía cómo iba
a conseguir alejarse de ella después de aquello. Todavía le hormigueaba la
mejilla allí donde los tiernos y ardientes labios de la muchacha se habían
posado con delicadeza, con dulzura. Aún podía notar el cálido cuerpo bajo su
brazo, apretado contra su costado derecho. Y por alguna extraña razón, ella
mostraba el mismo rechazo a separarse de él que él de ella, se mostraba
tranquila y segura a su lado. No había tenido que usar ninguno de sus dones
sobrenaturales para atraerla, se había limitado a ser él mismo. Y ella, sin
apenas conocerle, había permanecido a su lado, se había preocupado por él
cuando había percibido su dolor y quería volver a verle. << ¡Volver a verme a mí!...>> Nada le convenía menos
que querer estar con él.
No
pudo evitar las imágenes que pasaron fugaces por su mente, haciendo que se
tambaleara. Los dos, juntos, saliendo,
tomados de la mano, riéndose…Ella, abrazada a él, con sus delicados brazos
rodeando su cuello, y los de él haciendo lo mismo con su cintura…De nuevo ella,
elevándose sobre sus pies y besando tiernamente primero sus mejillas, y luego
sus labios… Un ramalazo de fuego le recorrió la columna vertebral. Pero era
un fuego diferente al que sentía cuando estaba enfurecido. Era más potente y
mucho más placentero. Y una nueva ráfaga
de pensamientos: él, posando sus labios
sobre los de ella, aspirando su dulce aroma, sintiendo su calor…después
bajándolos progresivamente hasta encontrarse besando su suave garganta…y
entonces, un dolor repentino, y sus colmillos abriéndose paso, mordiendo la
blanda carne, atravesando la fina piel…Se paró en seco ante este
pensamiento. << ¡Jamás! ¡Eso
nunca!>> pero la parte más salvaje de su ser le decía << ¿Por qué no? Te alimentas de
humanos a los que no matas, a no ser que sean criminales… ¿Qué habría de malo?
No la harías daño, sólo sería un poco de sangre, nada más>>
--
¡NOOOOO! – gritó Alex. Una pareja a lo lejos se quedó parada, observándole.
Sin
hacerles caso, pasó cómo un bólido, alejándose…Pero ya se dirigía a su árbol para contemplarla, para vigilar
su sueño.
Laura
entró en su casa con paso inseguro, aturdida y embelesada…No podía creer lo que
le había sucedido en unas pocas horas…
Todavía
permanecía en sus labios aquél hormigueo eléctrico y abrasador. Se llevó dos
dedos a ellos y suspiró. Lentamente, sacudió la cabeza para salir de su
ensoñación.
Distraída,
paseó por la casa encendiendo algunas luces. En el reloj situado encima de la
mesa del salón marcaban casi las 2:00 de la mañana. Se le había pasado el
tiempo volando. Bebió apresuradamente un vaso de leche y se fue su cuarto. Las
cortinas estaban echadas, por lo que las corrió y abrió la ventana para dejar
que entrara la levísima brisa. Se quedó contemplando la noche, el cielo
prácticamente negro iluminado por una luna llena perfecta y unas cuantas
estrellas. Paseó la mirada por el parque y se quedó observando a su árbol…y algo se movió allí, en las
oscuras sombras. Notó un temblor dentro de su cuerpo, y anheló estar allí, pues
algo le decía que Alex había vuelto al parque y de nuevo estaba en el árbol. Se
lo imaginó como lo había visto aquella tarde: con una actitud despreocupada,
con una pierna balanceándose perezosamente y la otra recogida, recostado sobre
el enorme tronco, y mirando al frente con intensidad, con aquellos magníficos y
sobrecogedores ojos. Totalmente magnífico y hermoso. No podía apartar los ojos
del árbol. Le sonrió a la noche, y levantó una mano. La movió lentamente de un
lado a otro, despidiéndose. Apagó la
lámpara de su mesilla de noche y se metió en la cama.
Aquella
noche durmió por primera vez sin sueños ni pesadillas, en paz. Una única imagen
inundó su mente antes de abrazar la inconsciencia: el rostro de Alex. Y justo
un segundo antes de dormirse, supo de qué le conocía.
Apostado
en el árbol igual que cada día y cada noche, Alex se relajó. Vio cómo las luces
se iban encendiendo, y al final su habitación se iluminó e instantes después
las cortinas se abrieron. Y ahí estaba ella, espléndida, magnífica, con su
largo cabello suelto, cayendo libremente sobre sus hombros, rodeándola. Lucía
un pijama de tirantes y pantalón corto en un tono blanco marfil que resaltaba
su bronceado. Se quedó quieta observando la noche, y de repente, miró fijamente
hacia allí. Algo ocurrió, sus miradas se conectaron, a pesar de la distancia y de
la oscuridad. La misma corriente recorrió cada centímetro de su cuerpo, y se
quedó totalmente inmóvil. Tras unos cuantos minutos, ella levantó la mano y la
movió, despidiéndose. Era imposible que le viera, oculto como estaba en las
sombras, pero era probable que lo percibiera. Alex sabía que ella era especial,
percibía esas cosas. Había mirado en sus recuerdos cuando habían paseado juntos
de camino a su casa, y sabía por ellos que era capaz de sentir el dolor de los
demás como el suyo propio.
Levantó
el también la mano, aunque sabía que ella no le veía realmente, y se despidió
con una sonrisa deslumbrante dibujada en su rostro.
--
Que duermas bien, mi ángel – susurró para sí Alex.
No
sabía cómo manejar esta situación. Su parte racional le decía que debía
alejarse de ella, protegerla; su corazón y su alma anhelaban tenerla cerca,
rodearla con sus brazos y besar su rostro; y su parte salvaje le instaba tomar
lo que quisiera de ella. Tres partes de sí mismo enfrentadas… ¿Sería capaz de hacer que las tres
convivieran en paz? Un rayo de esperanza iluminó su alma, y se sintió lo
suficientemente fuerte como para intentarlo. Además, no se podía apartar de
ella, no hasta que estuviera completamente seguro de que a ella no le pasaría
nada. Todavía estaba la amenaza del asesino de su hermana Isabel. No le había
olvidado. Sabía que tarde o temprano le encontraría o viceversa, y sabía que él
tarde o temprano encontraría a Laura. Tenía que impedir por todos los medios
que la encontrase, tenía que cuidar de ella.
Así
pues, decidió intentarlo, y si en algún momento veía que se le iba de las
manos, se creía lo bastante fuerte como para alejarse y mantenerse a una
distancia prudencial de ella.
La
noche transcurrió y Alex se durmió también, la imagen de Laura grabada a fuego
en su mente, sonriéndole como había hecho horas antes.
Totalmente
relajados, Alex y Laura durmieron aquella noche en paz.
Cuando
la noche dio paso al amanecer, Alex se despertó. Permaneció donde estaba
durante unas horas y, tras cerciorarse de que todo estaba en orden en casa de
Laura, decidió irse a darse una ducha y cambiarse de ropa. Tenía planes para
ese domingo y quería que saliesen a la perfección.
Había
alquilado un loft en las afueras de la ciudad, grande, espacioso y moderno,
como a él le gustaba. El apartamento estaba dotado de todas las tecnologías y
comodidades imaginables, y sin embargo, Alex apena las disfrutaba, lo cual era
un total desperdicio. Aun así, le gustaba verse rodeado de dichos lujos cuando
se encontraba solo. Además, el loft estaba situado en una zona poco concurrida,
lo cual le venía la mar de bien. Cuanto menos ojos curiosos, mejor.
Así
pues, llegó al cabo de una media hora, pues no podía correr a una velocidad
excesiva, de lo contrario habría llamado ligeramente la atención de la gente
que ya paseaba por la calle. Entró en el loft y se despojó de sus ropas.
Tendría que tirarlas, ya que estaban demasiado sucias y algo que no sabía hacer
era poner una lavadora. Se dirigió al enorme ropero que tenía en la única
habitación del apartamento y escogió un pantalón vaquero, una camiseta y unas
deportivas similares a las que había llevado hasta entonces. Había tenido que
comprar todo lo que había en aquél apartamento, pues no había podido traerse
nada de Roma, ni siquiera su hermoso Porsche negro.
Con
la ropa en las manos, se fue al espacioso cuarto de baño. Llenó la bañera con
agua caliente, y echó algo de gel para que echara espuma. No es que realmente
él estuviera especialmente sucio o que necesitara la ducha, pues como inmortal
que era, su cuerpo no reaccionaba igual que el de los humanos; pero un
penetrante olor a resina y hierba se le había quedado pegado al cuerpo, y
además necesitaba relajarse un poco. Estaba algo nervioso.
De
manera que, una vez dentro de la enorme bañera, se relajó. Permaneció cerca de
una hora dentro del agua, estirando los músculos, concentrado en lo que quería
hacer aquél día, soñando con ver de nuevo la cara de Laura y disfrutar de su
compañía.
Al
salir de la bañera, se miró en el espejo enorme que había sobre el lavabo. Notó
que algo había cambiado en su rostro. Era un cambio prácticamente imperceptible
para un humano, pero no para sus ojos agudos. La tristeza, el dolor y la ira provocados
por la muerte de su hermana Isabel y que habían tatuado su cara durante los
últimos 3 meses, habían prácticamente desaparecido y en su lugar sus rasgos
faciales mostraban tranquilidad y una felicidad intensa, así como la esperanza
más fuerte que jamás había sentido. Sonrió al reflejo que mostraba el vasto
espejo y se vistió. Completó su atuendo con unas Ray-Ban negras, pues el sol ya
era demasiado fuerte para sus ojos.
Tomó
las llaves del mercedes SLK negro, pues la potente moto Honda CBR1000RR no era
lo más adecuado para un paseo cómodo. Intentando no exceder el límite de
velocidad, se apresuró para llegar a casa de Laura. Eran ya más de las 12 del
mediodía y ansiaba verla.
Laura
se despertó a eso de las 11 y media de la mañana, feliz. Estaba radiante. Hacía
mucho tiempo que no se sentía así y mucho más desde que no dormía tan
plácidamente como esa noche.
Algo
en un resquicio de su mente pugnaba por salir e intentaba decirle algo
importante, como si hubiera sabido algo por un instante y de repente se hubiera
esfumado, pero ¿el qué? Se levantó precipitadamente y miró por la ventana
esperando ver una figura a lo lejos bajo un árbol. Sin embargo, no había nadie
allí y se llevó una enorme decepción.
Lentamente,
se dio la vuelta y cogió su bloc de dibujo. Le gustaba tenerlo cerca y a veces
garabateaba en él mientras comía, siempre que no estuviera demasiado enganchada
a alguna de sus últimas adquisiciones literarias. Llegó a la cocina y se
preparó un tazón de cereales. Sentándose a la mesa, abrió el bloc con una sola
mano, mientras con la otra dejaba el tazón con cuidado en la superficie. Un
dibujo se deslizó del bloc y cayó al suelo mientras ella intentaba abrirlo sin
derramar la leche. Se agachó a recogerlo y se quedó paralizada por la emoción. << No puede ser…>> se decía
a sí misma una y otra vez. Pero la evidencia era clara, el rostro que la
contemplaba desde el papel era inequívocamente el de Alex. Dio la vuelta a la
hoja y miró la fecha: 23 de Marzo. <<
Es imposible>>. El chico de sus sueños, el de sus dibujos no era otro
que Alex. Con manos temblorosas, pasó varias hojas y allí estaba él de nuevo,
totalmente nítido, mirándola con intensidad, como si fuera real. Tomó el dibujo
y lo dio también la vuelta: 4 de Junio. Exactamente un día antes de su encuentro.
<<¿Cómo es posible?...¿Qué
significa esto?...¿Cómo había sido capaz de hacer un retrato exacto de él, si
ni siquiera se habían visto hasta ayer?>> No dejaba de darle vueltas
a estas cuestiones, cuando otro pensamiento cruzó su mente…<<He soñado con él casi todas las noches, por eso me resultaba
familiar. Boba estúpida, ¿No te diste cuenta en cuanto le viste de que era el
hombre de tus sueños?>> Tal vez conscientemente no se había dado
cuenta, pero su inconsciente se lo había estado diciendo con cada emoción y
sensación.
Miró
el dibujo, sorprendida y ensimismada…¿Qué significaba?
Sin
casi darse cuenta de lo que hacía, terminó su desayuno. Estaba emocionada,
intrigada y totalmente fascinada por este pequeño misterio. No sabía qué hacer.
Le costó un tiempo ordenar sus pensamientos e ideas y finalmente decidió
dejarlo correr – de momento – y más adelante abordarlo con la ayuda del
principal protagonista.
Una
vez tomada la decisión, decidió irse a dar una ducha, pues se encontraba
agarrotada y adormecida. El agua tibia la relajó y el familiar olor del gel
terminó de destensar su cuerpo. Se lavó también el pelo, pues aquella noche
había hecho mucho calor y el sudor se había acumulado en su nuca. Cuando salió
de la ducha, con cuidado desenredó el cabello húmedo y lo dispuso como una
cortina alrededor de sus hombros. Se vistió con unos pantalones cortos que
dejaban al descubierto gran parte de sus largas piernas, y una camiseta de
tirantes blanca que resaltaba su piel morena. Siempre le había gustado su piel,
y no dudaba en lucir su color a pesar de lo tímida que era.
Ya
vestida y con las energías totalmente renovadas, salió a comprar el pan. Hoy no
iba con prisas y aunque hacía bastante calor para ser todavía principios de
Junio, disfrutó de la sensación del sol acariciando su piel. En el camino, no
dejó de darle vueltas a lo acontecido la tarde anterior, y sólo deseaba poder
encontrarse con él de nuevo, en aquella calle. Sin embargo, la decepción hizo
mella en ella al darse cuenta de que él no estaba. Abatida, entró en la
panadería como cada mañana.
Al
salir de la tienda, vio un magnífico mercedes negro brillando al sol, aparcado
en doble fila. Se quedó contemplándolo con los ojos muy abiertos durante unos
instantes, y después retomó su camino. Dando media vuelta, comenzó a andar. Pero
segundos después tuvo que pararse de nuevo. Escuchó su nombre.
Una
voz que habría reconocido aunque hubiese estado en el mismísimo infierno,
eliminó toda la pena y la esperanza brilló y la atravesó como una estrella
fugaz.
--
Laura – fue todo lo que dijo la voz.
Sin
casi atreverse a darse la vuelta, se giró lentamente y ahí estaba él, apoyado
con ese ademán despreocupado tan característico en uno de los laterales del
potente mercedes.
Alex
llegó a casa de Laura a eso de las 12:20. Agudizando el oído, escuchó
detenidamente para intentar captar sonidos en el interior de la casa de la
chica. Sin embargo, no pudo oír nada. <<
Tal vez siga durmiendo >> y dando media vuelta, se dirigió a la parte
posterior de la casa, donde daba la ventana de su habitación. Observando a un
lado y a otro para vigilar que nadie le viera, se subió al alto muro y pudo ver
el interior de su habitación perfectamente. No había nadie allí. << Ha debido de salir a por algo
>> Se dijo, e inmediatamente
se sintió algo perturbado, necesitaba tenerla cerca, verla con sus propios
ojos. Decidió probar suerte y se dirigió con el coche hacia la calle donde
estaba situada la panadería donde ella iba a comprar el pan cada día. Pudo
captar a través de las ventanas bajadas el aroma claro de su piel y supo que
iba en la dirección correcta. El rastro era reciente, probablemente de segundos
antes.
Y
efectivamente, cuando dobló la esquina y penetró en la calle, la vio. Estaba
entrando en esos momentos en el local, y a través de la ventana, pudo
observarla. Se dio cuenta de que la expresión de felicidad que había poblado su
rostro la noche anterior había sido sustituida por una de decepción y tristeza. Llevaba la
cabeza baja, como si se sintiera desdichada y eso le hizo sentirse realmente
mal. << ¿Qué es lo que te ocurre,
ángel? >> pensó Alex. Se sintió turbado y nervioso. Dejó el coche en
doble fila, pues no planeaba estar mucho tiempo parado allí. Escuchó cómo Laura
murmuraba quedamente lo que quería y la vio salir de la tienda. Esperaba que
ella le viese dentro del coche, pero cuando ésta salió se limitó a observar con
ojos desorbitados a la potente y escultural máquina negra aparcada en doble
fila y no se molestó en mirar en el interior. Estuvo mirando el coche durante
unos segundos y después dio media vuelta e inició el camino de vuelta a casa.
Irritado, salió del coche, se apoyó en un lateral y se limitó a decir su nombre:
--
Laura – La llamó. Utilizó el tono exacto de voz, adecuado para que ella pudiera
oírle.
Observó
cómo se paraba y muy despacio, casi con cuidado, se daba la vuelta y le miraba.
Una luz le iluminó el rostro y la más bella de las sonrisas se formó en su
cara. Ese día estaba especialmente espléndida. Se había puesto unos pantalones
cortos que dejaban al descubierto unas piernas largas y esbeltas, y la camiseta
de tirantes blanca hacía que su piel morena reluciera como un mar de chocolate.
Las gafas de sol no le impedían catalogar cada uno de los detalles de la
muchacha.
Laura
tembló levemente al verle, sin saber muy bien cómo proceder. Se quedaron así
durante unos momentos y finalmente, Laura se descongeló. Avanzó tranquilamente
hasta que llegó a su altura y se quedó frente a él.
--
Hola – Fue todo lo que consiguió decir. Estaba tan guapo como lo recordaba,
incluso más. Y las gafas de sol que llevaba, aunque la impedían verle los ojos,
le sentaban bien, dándole un aire misterioso.
--
Hola – contestó Alex, y le correspondió con otra enorme sonrisa. Le complació
ver la expresión embelesada de la muchacha cuando la sonrió -- ¿Te apetece dar
una vuelta? Puedo acercarte a casa – y señaló el mercedes.
Laura
reflexionó unos instantes y dijo:
--
Vale, me encantaría. Gracias.
Alex
le abrió la puerta del copiloto y cuando ella estuvo dentro, la cerró con
suavidad. Dio la vuelta al coche y se introdujo en éste. Laura no perdía cada
detalle, observando cada movimiento, cada paso. Cuando Alex ya estaba en el
coche, se limitó a observar la imponente máquina en la que estaba subida.
--
Guauuuuuuuu…-- Dijo. Estaba alucinando.
--
¿Qué? – Alex sonrió traviesamente al percatarse del estado en que se encontraba
Laura.
--
¡Qué cochazo tienes! – soltó Laura, y se rió de sí misma ante su explosión.
Escuchó cómo Alex se reía silenciosamente.
Alex
puso en marcha el coche y lo guió hacia la casa de la muchacha. Estaba
disfrutando como hacía mucho que no lo hacía. Se encontraba entusiasmado con la
idea de pasar el día entero con ella. Se dejó llevar por las sensaciones y sus
sentidos se embriagaron ante lo que se encontraron. El olor que despedía era
absolutamente delicioso. Y su pelo…brillaba a su alrededor, emitiendo destellos
sobre un mar negro, y mojado como estaba, hacía más intenso el aroma. Con su
visión periférica, pudo observar con cuidado su rostro. Los ojos brillaban de
entusiasmo y excitación, abiertos hasta los límites, con las pestañas rozando
suavemente los párpados superiores. Y sin poder contenerse, giró levemente la
cabeza para verla mejor. En esos momentos, ella también se giró y sus ojos se
encontraron con los de ella, conectándose. Le dio un vuelco el corazón cuando
ella le miró intensamente y le sonrió.
Laura
estaba absolutamente sorprendida y excitada. Su vida había dado un giro
tremendo en menos de 24 horas. Se sentía llena de dicha, feliz estando con él,
y pensar en el por qué le daba algo de miedo. Al fin y al cabo, él era un total
desconocido. Sólo habían cruzado unas cuantas frases y él podría marcharse en
cualquier momento. Dedujo que su felicidad era producto de las emociones y
sentimientos que se brotaban en su interior cuando estaba con él y a la
sensación abrumadora de seguridad que tenía cuando estaban juntos. Algo así no
podía ser malo. Además estaba la gratitud infinita que sentía hacia él por lo
que había hecho la noche anterior. No lo olvidaría jamás.
Alex
dejó vagar sus pensamientos durante el corto trayecto. Además, no quería
molestarla, pues se daba cuenta de que ella también estaba perdida en los suyos
propios. Así pues, llegaron con suavidad y en silencio a la casa de Laura. Ésta
salió de su ensoñación cuando se dio cuenta de que el coche se había parado. El
tiempo se le había pasado volando y ahora no sabía qué hacer.
--
Ya estamos – dijo Alex. Se giró de nuevo y volvió a dedicarle una sonrisa. << Es curioso>> pensó << Estoy sonriendo más estos días de
lo que probablemente lo haya hecho en toda mi vida>>
--
¿Quieres pasar? – preguntó tímidamente Laura. << Ya está…ufff…estoy muy nerviosa >>
<< ¿Qué…? >> Alex se quedó donde estaba, sin saber qué
decir o qué hacer << ¿Me está
invitando a pasar…a mí? >> Sopesó cuidadosamente la cuestión, y
cuando vio que sería capaz de manejar la situación contestó:
--
Bueno, si no te importa – y la sonrisa se amplió.
Laura
le estaba contemplando embelesada y consiguió salir a duras penas del coche. Él
se bajó tras ella, y la siguió de cerca, ajustando sus pasos a los de ella,
dejando apenas una distancia de unos 40 cm entre los dos. Ella podía sentirle
justo detrás, pues toda su espalda parecía irradiar una energía que conseguía
estremecerla. Subió los peldaños de la escalera de la entrada, y cuando llegó a
la puerta, se giró un poco para sacar las llaves de su bolsillo. Y él
permanecía allí, cerca de ella, observándola con cuidado y con intensidad.
Tenía las manos temblorosas, y las llaves repiquetearon. Justo cuando intentaba
introducirlas en la cerradura, se le cayeron de las manos y en el momento en
que se agachaba a recogerlas, unas manos más rápidas que las suyas ya lo habían
hecho. Hubo un roce fortuito entre sus manos, y ambos se retiraron
precipitadamente ante el choque de energías que se produjo. Laura se dio con la
cabeza en la barbilla del muchacho.
--
¡Ay! – exclamó.
--
Lo siento – dijo Alex. Se sentía turbado, no solo por el golpe.
--
No, no es nada – Laura miró a Alex mientras se tocaba la cabeza, y sin poder
contenerse soltó una carcajada.
Alex
la observó, y entonces él también se rió. Los dos, como tontos, se estuvieron
riendo de la situación con fuertes y sonoras carcajadas. Les costó un pequeño
esfuerzo retomar el control de sí mismos, pero al final lo lograron. Al final,
Laura consiguió abrir la puerta de su casa y entraron. Dejó las llaves en el mueble de la entrada y
guió a Alex hacia el salón. Se sentía extraña, nunca había llevado a un chico a
su casa, y menos a alguien como Alex.
--
Siéntate, voy a dejar esto en la cocina y traeré algo de beber… ¿qué prefieres?
Fanta, coca-cola…
--
Con un vaso de agua es suficiente, gracias – Le dijo. No le gustaba el sabor de
esos “refrescos”. A Alex le parecía totalmente surrealista encontrarse en casa
de Laura, conversando con ella, disfrutando de su compañía como si fueran dos
grandes amigos…era realmente turbador, pero placentero. Se sentía genial.
--
Ahora vengo.
Laura
se fue a la cocina y tiró el pan sobre la encimera. Todo lo deprisa que pudo,
cogió un par de vasos y la jarra de agua de la nevera. Estuvo a punto de tirar
los vasos en su precipitación por ser rápida y eficiente. Siempre había sido
muy patosa. Volvió al poco tiempo, y él seguía donde lo había dejado.
Alex
sonreía divertido al oír la precipitación de la muchacha y los sonidos que
producía al moverse deprisa. Juraría que había estado a punto de romper algo de
cristal, probablemente los vasos. <<
Vaya…parece igual de ansiosa de estar conmigo como yo lo estoy de estar con
ella…>> pensó << Es
extraño, es como si hubiera una conexión entre nosotros…>> debía
pensar en esto detenidamente, pero ya lo haría más adelante. Ella hizo su
aparición cargando una gran jarra de agua fría en una mano, y dos vasos de
cristal apilados en la otra. La expresión en su cara hizo que soltara una leve
carcajada. Ella no le preguntó el motivo, pero se sonrojó visiblemente y bajó la
mirada. Alex paró de reírse y la invitó a sentarse a su lado. Ella dejó con
cuidado la jarra y los vasos encima de la mesa y se sentó en el sofá de tres
plazas junto a él. Se encontraba muy nerviosa, por lo que decidió servir el
agua para ganar el tiempo e intentar ordenar sus pensamientos.
Alex,
aprovechando la turbación de la muchacha, observó detenidamente el salón en el
que se encontraba, catalogando cada detalle. Era extraño estar ahí, viéndolo
todo desde esa perspectiva, y no desde fuera, como lo había estado haciendo
hasta entonces siempre que las cortinas no estuviesen echadas.
Laura
llenó los dos vasos de agua, y le ofreció uno a Alex. Éste, con cuidado, lo
cogió de las manos de la muchacha.
--
Gracias – le dijo.
--
Hummmm… -- Laura no sabía cómo proceder a continuación. Soltó lo primero que se
le pasó por la cabeza -- ¿dónde vives, Alex?
--
En las afueras de la ciudad, alquilé un loft – << Mejor empezar diciendo la verdad, ya tendrás ocasiones en las
que tener que mentir >> se dijo.
--
Esto…espero no ser indiscreta… -- se excusó Laura. Tenía montones de preguntas
que hacerle -- ¿cuántos años tienes? – preguntó.
<< Vaya, una cuestión
difícil…Primera mentira >> Alex respondió:
--
Pues cumplí los 23 hace tres meses -- <<
Sí, bueno, cumplí los 23 hace tres meses, hace cuatro siglos >>
--
¡Vaya! ¡Como yo! Qué coincidencia – exclamó Laura.
<< Sí, extraña coincidencia >>
pensó Alex.
--
¿Y vives tú sólo aquí? – soltó Laura. Las preguntas fluían y ella no podía
contenerlas.
--
Hummmmm…sí. Mis padres fallecieron hace años y yo estaba con mi hermana en Roma
hasta hace unos meses. Pero ella tuvo un accidente, y murió también. Decidí
venir a España para cambiar de aires… -- Bueno, eso era en parte verdad, pero
claro, no podía comentarle que sus padres fallecieron hace 100 años, ni que a
su hermana la mató un monstruo sádico que ahora iba tras ella…intentó retomar
el rumbo de la conversación y se explicó lo mejor que pudo -- Mis padres me
dejaron unos cuantos negocios, y tengo solvencia. Vine aquí para estudiar un
máster en empresariales que empezaré dentro de unos meses –
--
Oh…Lo siento Alex. Lo de tus padres y tu hermana. Debes de haberlo pasado
realmente mal – Laura pudo sentir el dolor en la voz de Alex a medida que le
contaba su triste historia, y pudo sentirlo en su cabeza. Alex estaba sufriendo
ahora, en esos momentos. -- ¿Puedo hacer algo por ti?
Alex
la contempló embelesado…No podía ser real. Ella estaba realmente preocupada por
él. Durante meses se había sentido vacío, sólo, movido únicamente por los
sentimientos de ira, venganza, y la determinación férrea de apartar a aquél
monstruo de esta jovencita. Pasado el tiempo, había notado una especie de
atracción hacia ella que todavía no era capaz de definir…Y ahora, se sentía
feliz estando a su lado, sentía que una parte de sí sanaba, notaba como si los
pedazos de su corazón comenzaran a encajar y a soldarse. Era placentero, volver
a sentir paz, tranquilidad…Y sólo la sentía cuando estaba cerca de ella.
Laura
estaba preocupada por el silencio producido y por la expresión en el rostro de
Alex.
--
No, no en realidad…-- comenzó a decir Alex. Después se corrigió y dijo: Bueno,
sí hay algo.
--
Dime, haré todo lo que pueda – se ofreció Laura.
Alex
sonrió quedamente y dijo:
--
Bueno, ¿Querrías pasar el día conmigo? – Dijo Alex – Podemos ir a donde
quieras. Así nos distraeremos los dos, ¿Qué te parece?
Laura
se quedó sorprendida ante su ofrecimiento. <<
¿He escuchado bien? ¿Me está pidiendo que salga con él…pasar el día entero
juntos? >>
--
¡Estupendo! – exclamó Laura. Vio que Alex se reía ante su explosión de
entusiasmo – Sí, vale…no tengo que hacer nada. Pero, ¿Adónde vamos?
--
Ya pensaremos en algo, no te preocupes – Le dijo Alex -- ¿Estás lista, o
necesitas cambiarte? – La miró de arriba abajo por unos instantes y cuando
volvió sus ojos hacia los de ella, vio que ella había estado haciendo lo mismo
con él. Rápidamente ambos desviaron la
mirada, avergonzados.
--
No…Estoy lista. Sólo tengo que coger el bolso – dijo – Espera, voy a coger otro
bolso más grande, me quiero llevar la cámara. Me gusta hacer fotos cuando salgo
a algún sitio nuevo ¿Te importa? – Le preguntó.
--
En absoluto – Dijo Alex. Se estaba divirtiendo de lo lindo con ella. Era tan
natural, tan impulsiva y encantadora…Por supuesto, él ya sabía dónde la iba a
llevar, sólo le había ofrecido escoger el lugar por educación.
Ella
se levantó, y él hizo lo mismo. La esperó de pie en el salón y volvió a
contemplando, esperando, escuchando.
--
¡Ya estoy! – dijo Laura. Todavía no se lo podía creer, ¡iba a pasar el día con
Alex! Eso le daría más oportunidades para averiguar más cosas sobre él. Estaba
emocionada ante la perspectiva. Una pequeña parte de su mente, aquella más
racional la avisaba de que iba a pasar el día sola con un total
desconocido…Pero su instinto era más fuerte y la decía que no tuviera miedo,
que estaba en buenas manos.
--
Pues vamos – respondió Alex.
--
¡Espera! – exclamó Laura. Alex se preocupó, <<
¿Qué ocurre? >> pensó – Tenemos que llevarnos algo para comer – dijo
Laura.
<< Ah…cierto. No había
pensado en ese detalle…>>
--
No te preocupes, conozco varios restaurantes muy buenos…-- respondió. Antes de
que la chica replicara, le dijo – Yo invito…¡No se diga más!...además, dijiste
que harías lo que pudieras por mí…Pues me sentiré mejor si me dejas que te
invite a comer – replicó. Vale, estaba jugando un poco sucio, aprovechándose de
la amabilidad de la chica, pero realmente le apetecía darle algo.
--
Hummm…vale – Laura estaba desconcertada.
Salieron
de la casa, e igual que antes, Alex se mantuvo cerca de ella, respirando su
aroma, embebiéndose de él, y sintiendo la energía que despedía su cuerpo,
atontándole. Una vez más, le abrió la puerta del copiloto, y cuando ella estuvo
dentro, la cerró y se dirigió a su puerta. Ya dentro, metió las llaves en el
contacto, y el coche se puso en marcha con apenas un leve ronroneo. Sacó el
coche de allí y empezó a callejear por la ciudad.
--
¿Adónde vamos? – preguntó Laura.
--
He estado pensando mientras cogías el bolso – Dijo Alex – Hay un lugar
precioso, a unos kilómetros de aquí. Lo descubrí hace poco, mientras…hacía una
expedición. Me gusta la naturaleza – Sí,
había estado haciendo una expedición, pero de caza.
--
Suena bien. A mí también me encanta la naturaleza – le dijo Laura, sonriéndole.
Una
vez más, el corazón de Alex dio una sacudida.
¡Bueno! ¿Qué os ha parecido? Espero que os haya gustado...Disfruto mucho escribiendo,así que espero poder transmitiros ese entusiasmo y deseo de verdad que os guste...Por favor, dejar comentarios y así me decís qué os parece, si os gusta o no, consejos, críticas constructivas...Estoy a vuestra disposición y escucha!!!
Aún es pronto, pero conforme pase la historia creo que os daréis cuenta de que, sin haberlo pretendido, hago algunos guiños a otras sagas literarias como Crepúsculo de Stephenie Meyer...Encontraréis algunas situaciones semejantes (creo que no hay muchas). La historia de Laura y Alex es original mía, pero no he podido evitar que ciertas influencias hayan salido a través de mi mente y se hayan plasmado en lo que he escrito en este relato en concreto. No tengo intención de hacer plagio a nadie, odio que la gente plagie las historias de los demás. Dejo la historia para que juzguéis si estoy haciendo un buen trabajo.
Sin más, me despido...por ahora. XD
Saludos,
Isabella
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